El presidente Mauricio Macri reveló el lunes planes para aumentar los impuestos a los granos y recorta el número de ministerios gubernamentales en un intento por equilibrar su presupuesto el año próximo, mientras Argentina busca un acuerdo con el FMI para acelerar un programa de préstamos en espera de 50.000 millones de dólares.
Las nuevas medidas de austeridad, anunciadas por Macri y el ministro de Finanzas, Nicolas Dujovne, se debieron a una caída del 16% en el valor del peso la semana pasada, llevando las pérdidas de la moneda local a casi un 50% frente al dólar en lo que va del año.
Los inversionistas buscaban una acción decidida del gobierno de centroderecha de Macri para cerrar su brecha presupuestaria en medio de las crecientes preocupaciones de que una recesión este año y la caída de la moneda dejarían al gobierno luchando para pagar su deuda, la mayor parte en dólares.
Esta no es solo otra crisis. Tiene que ser la última, dijo Macri en un discurso televisado a primera hora de la mañana del lunes, y agregó que los impuestos a las exportaciones eran una medida de emergencia que se levantaría una vez que la economía se estabilizara.
Advirtió a sus compatriotas de que los niveles de pobreza aumentarían debido a que la inflación es superior al 30%, pero dijo que el gobierno haría un esfuerzo para impulsar algunos programas sociales, como el bienestar infantil y familiar.
Macri admitió en su discurso nacional que estos últimos cinco meses han sido los peores de mi vida, despues de haber sido secuestrado hace más de dos décadas.
El ministro Dujovne dijo que las medidas anunciadas el lunes permitirían al país lograr un presupuesto primario equilibrado el año próximo, excluyendo los costos del servicio de la deuda, en lugar de un pronóstico previo de un déficit del 1.3%. Dijo que Argentina alcanzaría un superávit fiscal primario del 1% del PIB para 2020.
Casi todos los mayores ingresos necesarios para eliminar el déficit provendrán de un impuesto a la exportación de 4 pesos por dólar en exportaciones agrícolas y 3 pesos por dólar en otros bienes enviados internacionalmente, dijo Dujovne.
La contracción de la economía argentina este año será más pronunciada que la recesión del 1% ya proyectada, dijo.
Dujovne debiera sostener conversaciones el martes en Washington con altos funcionarios del Fondo Monetario Internacional para discutir la aceleración de los desembolsos en virtud del acuerdo de financiación en espera de 50 mil millones de dólares alcanzado con el fondo en junio.
A pesar del respaldo del FMI, los inversores se pusieron nerviosos la semana pasada acerca de la capacidad de Argentina para pagar sus deudas de 2019, lo que provocó una estampida fuera del peso.
Macri prometió el lunes intensificar el ajuste del cinturón fiscal al reducir a la mitad el número de ministerios del gobierno e imponer impuestos a los exportadores, a los que se les paga en dólares y se han beneficiado de la caída del peso.
A los que exporten se les pedirá que contribuyan más, dijo Macri en su discurso televisado. Pero también hizo hincapié en que no podemos seguir gastando más de lo que tenemos, viviendo más allá de nuestros ingresos fiscales.
La estructura del presupuesto federal argentino es bastante apretada, ya que la mayor parte se destina a los salarios de los empleados públicos y las pensiones de vejez. Esto se agravó durante el mandato de la predecesora de Macri, la ex presidenta Cristina Fernández, quien en sus ocho años congeló las tarifas de servicios públicos, inyectó miles de millones en subsidios y contrató a aproximadamente 1,5 millones de nuevos funcionarios públicos más jubilados, muchos sin los documentos necesarios para demostrar su registro de trabajo.
En sus primeros dos años, Macri sacó a la Argentina del incumplimiento, aumentó parcialmente las tarifas de los servicios públicos, bajó algunos de los subsidios en un enfoque al desafío que fue descrito como suave por la oposición al draconiano. Pero una sequía excepcional golpeó a la rica pampa, con una pérdida estimada de 10 mil millones de dólares en ingresos más el colapso de Brasil, de la cual la industria argentina es altamente dependiente, sin posibilidades de otros mercados dada su falta de competitividad.
Una entrada masiva de dólares después del acuerdo de los fondos buitre en 2016 mantuvo el Peso sobrevaluado y se estima que se gastaron anualmente 10 mil millones de dólares en viajes al extranjero por parte de los argentinos más una balanza comercial negativa de casi dos años.
Esto ayudó a Macri a barrer las elecciones de mitad de período de octubre pasado, aumentando la representación de su coalición gobernante, pero aún sin una clara mayoría en el Congreso. La administración de Macri continuó entonces con el enfoque suave, apuntando a su posible reelección en 2019, pero los inversionistas extranjeros, y huyendo de los mercados emergentes atraídos por la reforma fiscal del presidente estadounidense Donald Trump, y un dólar fuerte (mientras la Fed aumenta las tasas de interés) significaron el beso de la muerte para Argentina.
La gran discusión con el FMI fue y es si dejar que el peso flote contra el dólar estadounidense o si la espalda central intervendrá para detener la corrida y el dumping de la moneda argentina. Todo esto será discutido por Dujovne y su equipo en Washington el martes (lunes es el Día del Trabajo en los Estados Unidos) cuando se reúnan con la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. Así se esperaba un volátil lunes y martes, y el mensaje del lunes por la mañana de sangre, sudor y lágrimas de Macri anunciado por mucho tiempo... tuvo un retraso.
De todos modos, el FMI y los inversionistas son conscientes de que hasta ahora la única opción democrática posible para las políticas favorables a los negocios de Macri es inexistente, y en Argentina la oposición está dominada por el populismo peronista, raíces fascistas, movimiento que tiene candidatos posibles responsables pero también un muy fuerte corriente de apoyo de las políticas poco ortodoxas (y corruptas) implementadas por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.