Los candidatos a la Presidencia de Brasil coincidieron en la necesidad de combatir la corrupción y el desempleo, cambiar el sistema político y acabar con los privilegios durante su segundo debate, en el que el gran ausente volvió a ser Lula.
Este pasado fin de semana, el Partido de los Trabajadores de Brasil proclamó como su candidato presidencial al ex mandatario Lula da Silva, pesar de estar inhabilitado para participar del proceso por estar en prisión tras ser condenado a 12 años y un mes por corrupción.
El candidato de extrema derecha a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, se desvivió por dar su respaldo a una huelga de camioneros que paralizó al país y forzó al gobierno a restablecer costosos subsidios al combustible, y la estrategia podría fortalecer sus opciones en los comicios de octubre.
Brasil volvió a crecer después de dos años de severa contracción de su economía, aunque todavía es prematuro decir si el gigante -que nada en un mar de incertidumbres políticas- salió de la peor recesión de su historia o si recaerá. El Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil registró en el periodo enero-marzo una expansión de 1% con respecto al trimestre anterior, en coincidencia con las anticipaciones de los analistas.
El ministro de Hacienda de Brasil, Henrique Meirelles, por el que el mercado financiero apuesta como posible sucesor del debilitado presidente Michel Temer, afirmó a inversores que la agenda de reformas económicas continuará incluso si existe un cambio de jefe de Estado.
El presidente brasileño, Michel Temer, al cumplir un año en el poder afirmó que su gobierno “encarrila” al país con “absoluta responsabilidad” y “sin populismo”, en abierta alusión a Dilma Rousseff, destituida por irregularidades fiscales.
La actividad en el sector de servicios de Brasil retrocedió en marzo a su ritmo más acelerado en al menos cinco años, lo que refuerza la idea que este mes el Banco Central recortará más drásticamente las tasas de interés, en momentos en que los datos económicos arrojan más dudas sobre la tan esperada --y anunciada-- recuperación.
El gobierno de Brasil anunció un ajuste que consiste en el recorte del gasto público y el cese de incentivos impositivos a 50 sectores empresariales, para intentar enfrentar el déficit fiscal en el presupuesto de 2017.
La recesión en Brasil será más profunda este año de lo que se esperaba antes del “efecto Trump”, con lo que las expectativas económicas para 2017 también empeoraron, al punto que analistas de la mayor economía latinoamericana descartan la tibia recuperación por la que apostaban.
El presidente interino de Brasil, Michel Temer, propuso el miércoles una enmienda constitucional para limitar el crecimiento del gasto público por hasta 20 años, una de las reformas fiscales de más largo alcance en décadas diseñada para frenar un enorme aumento de la deuda pública.