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Bolivia: Militares rebeldes ocupan la Sede del Gobierno tras intento de golpe de Estado

Miércoles, 26 de junio de 2024 - 21:59 UTC
El contexto del intento de golpe se enmarca en un largo intercambio de ataques entre el expresidente Morales y el actual presidente Luis Arce, antiguos aliados y ahora enemigos. El contexto del intento de golpe se enmarca en un largo intercambio de ataques entre el expresidente Morales y el actual presidente Luis Arce, antiguos aliados y ahora enemigos.

Este miércoles, Bolivia vive momentos de máxima tensión política tras el ingreso violento de un grupo de militares al Palacio Quemado, la sede del Gobierno en La Paz. El presidente Luis Arce ha convocado a la población a “movilizarse contra el golpe de Estado”. “No podemos permitir que retornen las intentonas golpistas”, afirmó desde la Casa Grande del Pueblo, un edificio adyacente al Palacio Quemado. Detrás de la insurrección se encuentra el hasta este martes jefe del Ejército, Juan José Zúñiga, destituido tras advertir que no permitiría un nuevo gobierno del expresidente Evo Morales.

A primeras horas de la tarde, Luis Arce apareció públicamente para transmitir unidad y calma a la población. Acompañado por sus ministros y el vicepresidente David Choquehuanca, enfatizó: “Vamos a aplacar los apetitos inconstitucionales. Llamamos al pueblo boliviano a movilizarse y a mantener la calma. Todos juntos vamos a derrotar cualquier intentona golpista”.

En respuesta a la crisis, Arce nombró a José Wilson Sánchez como el nuevo comandante general del Ejército, quien de inmediato ordenó a las tropas regresar a sus cuarteles. “Pido, ordeno, dispongo que todo el personal que está en las calles debe retornar a sus unidades”, declaró Sánchez. Además, apeló a Zúñiga a evitar derramamiento de sangre: “El general Zúñiga ha sido un buen comandante y le pedimos que no deje sangre derramada de nuestros soldados”.

Por su parte, Zúñiga se erigió como líder de la asonada desde la Plaza Murillo, proclamando que “una élite se ha hecho cargo del país, vándalos que han destruido al país”. Manifestó la intención de “reorganizar la democracia” y liberar a todos los presos políticos, incluyendo a la expresidenta Jeanine Áñez. La tensión aumentó cuando los militares rebeldes levantaron barricadas y lanzaron gases lacrimógenos contra los ciudadanos que se manifestaban en su contra, impidiendo el acceso a la Plaza Murillo.

Desde la Casa Grande del Pueblo, la ministra de la Presidencia, Marianela Prada, denunció un “intento de golpe de Estado” por parte de una “facción del Ejército”. Prada detalló que la Plaza Murillo estaba tomada y aseguró: “Me encuentro en la Casa Grande del Pueblo. La plaza Murillo está tomada por una facción del Ejército que se ha movilizado y ha sacado a las personas de la plaza y tomado las cuatro esquinas”.

El Ministro de Obras Públicas, Edgar Montaño, señaló que se trata de una protesta del Comando del Ejército y reafirmó la defensa de la democracia por parte del Gobierno. El viceministro Jorge Silva hizo un llamado a defender la democracia, destacando que todo el Gabinete de Arce se encontraba en la Casa Grande del Pueblo.

El exministro de Defensa, Reymi Ferreira, intentó calmar la situación, descartando que se trate de un golpe de Estado y calificando la acción de Zúñiga como un “acto de prepotencia”. “No creo que se trate de un golpe. Es un peligro para la democracia, pero es un movimiento sin futuro y no va a prosperar”, advirtió.

La crisis ha logrado unir a la oposición en apoyo al Gobierno, incluso a los grupos más radicales. Luis Fernando Camacho, exgobernador de Santa Cruz, y el expresidente Carlos Mesa manifestaron su respaldo a las instituciones democráticas y el rechazo a cualquier acción inconstitucional. Camacho enfatizó: “Se debe respetar el mandato del voto popular, cualquier acción en contra es absolutamente ilegal e inconstitucional”. Mesa, por su parte, subrayó que “el mandato del actual gobierno debe concluir el 8 de noviembre de 2025. Cualquier intento como este no es otra cosa que un golpe de Estado”.

El contexto del intento de golpe se enmarca en un largo intercambio de ataques entre el expresidente Morales y el actual presidente Luis Arce, antiguos aliados y ahora enemigos. Arce ha acusado implícitamente a Morales de promover un “golpe blando” para acortar su mandato. “Detrás de demandas aparentemente legítimas, en realidad hay un plan de acortar mandatos, lo cual esconde un peligro mayor: la destrucción del Estado Plurinacional”, afirmó Arce.

Mientras tanto, Bolivia enfrenta una crisis económica con escasez de dólares y combustibles, acompañada de anuncios de protestas sociales que el Gobierno atribuye al “evismo”. La Asamblea Legislativa, de mayoría opositora, está paralizada por la intervención del Órgano Judicial y la suspensión de sus sesiones por parte de su presidente, David Choquehuanca.

Categorías: Política, América Latina.