El decaimiento en las previsiones de Argentina, México y Brasil, las grandes economías de la región latinoamericana, y la profundización de la crisis venezolana frenarán el desarrollo de la región, según calculó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en enero. En Argentina, los bonos siguen en oferta y no despiertan interés en los inversores, encendiendo las alarmas y volviendo a repuntar el Riesgo País y el dólar.
La economía de América Latina avanzará 1,4% en 2019, seis décimas menos de lo calculado por el FMI en enero, según su más reciente informe sobre las perspectivas económicas a nivel global.
La segunda mitad de 2018 en Latinoamérica fue débil y mucho de eso está afectando en 2019, destacó la economista jefe del organism, Gita Gopinath, en una rueda de prensa, en la que repasó las razones que motivaron al FMI a rebajar sus previsiones para México, Brasil y Venezuela.
Sin embargo, ¿por qué se complica el crecimiento para los países emergentes de la región? Para empezar, la economista resalta el hecho de que la incertidumbre política en torno al Nuevo gobierno de México, liderado por Andrés López Obrador, reduzca su previsión de crecimiento. La moderación de la actividad en los países avanzados, así como el efecto de unas condiciones financieras más rígidas, el alto endeudamiento el abaratamiento de la energía y las materias primas son causantes del frenazo de las estimaciones.
Argentina, por su lado, es la incognita de la región. La previsión es que su economía se contraiga durante la primera mitad de 2019 por una moderación de la demanda. Aunque volvería a crecer en el segundo semestre conforme la renta disponible de las familias crezca y el sector agrícola se recupere del golpe de la sequía el pasado que sufrió el pasado año.
El FMI prevé que el PIB de Venezuela se contraerá en un 25%, tras retroceder un 18% el año pasado, en un contexto marcado por la hiperinflación –que en 2019 rondará el 10.000.000%– y la crisis política e institucional, donde coexisten dos presidentes que se consideran legítimos. La institución internacional ha calificado la situación de “crisis humanitaria”.
Brasil, según el FMI, enfrenta el reto de contener el incremento de la deuda pública sin que el proceso de consolidación fiscal trastoque el gasto en los programas sociales a los más vulnerables.
No obstante, la demanda interna brasileña se está cumpliendo con una economía menos inestable debido a una creciente confianza de los mercados; la inflación se encuentra igualmente cerca del objetivo. También se insiste, desde el FMI, en la reforma laboral y en la mejora de las infraestructuras.