El fallecimiento del ex presidente Akbar Hashemí Rafsanyaní, uno de los pilares de la Revolución y la República Islámica, abre un periodo de incertidumbre en Irán por la posibilidad de que se rompa el equilibrio entre reformistas y conservadores.
Aunque en los últimos años mermó su poder político, fue notable su espaldarazo al movimiento reformista y al mandatario actual, Hasán Rohaní, que se ven privados ahora de un influyente apoyo y consejero en un momento determinante para Irán, con elecciones presidenciales el próximo mes de mayo.
La ausencia de Rafsanyaní, un personaje pragmático y conciliador con mejores relaciones con Occidente, puede hacer perder fuelle a los moderados y dar alas a los sectores más conservadores de Irán.
Su muerte de un infarto supone “un gran vacío que afectará al equilibrio político del país”, consideró en declaraciones el ex-vicepresidente y clérigo reformista Mohamad Alí Abtahí.
Para este clérigo, incluso los detractores de Rafsanyaní “siempre reconocieron su papel en la creación de equilibrio”. “No tenemos a ningún personaje con ese poder histórico, tanto de antes de la revolución como de después”, subrayó.
Su cercanía con el líder supremo, Alí Jameneí, le permitía dar voz a los reformistas, con su idea de que no había que temer los cambios y que estos podían ayudar al propio sistema de la República Islámica.
Al respecto, el analista político iraní Reza Ganji dijo que “no hay nadie de importancia similar a Rafsanyaní ni tan cercano al líder”, que pueda ahora hacer llegar las peticiones de los reformistas.
A juicio de Ganji, Jameneí escuchaba las opiniones de Rafsanyaní, lo que “equilibraba la balanza”, entre conservadores y moderados cuando esta se inclinaba del lado de los primeros.
El mismo Jameneí calificó de “compañero de lucha y amigo”, a Rafsanyaní, insistiendo en que “las diferencias de opinión nunca cortaron la relación”, de colaboración de 59 años.
La actividad política de Rafsanyaní fue clave para el triunfo de la revolución, y, tras el derrocamiento del Sha, ocupó numerosos cargos de responsabilidad, desde la presidencia (1989-1997) hasta la jefatura de la todopoderosa Asamblea de Expertos (2007-2011), que elige al líder supremo.
La dificultad para encontrar a alguien que reemplace a Rafsanyaní fue uno de los temores expresados también por varios de sus simpatizantes, que se congregaron en Teherán para rendirle homenaje.
En opinión de Kasra Nuraí, del Movimiento Verde, que surgió tras las elecciones de 2009 en protesta por la victoria del conservador Mahmud Ahmadineyad, consideradas fraudulentas por muchos ciudadanos, “la política en Irán sin Rafsanyaní es un tema no experimentado”, lo que conduce al país “al miedo y la incertidumbre”.
Nuraí indicó en un artículo publicado en la página web del Movimiento Verde que su grupo ha perdido “su más poderoso apoyo político”, un político cuya popularidad -añadió- ha quedado patente con las muestras de homenaje popular vistas tras su muerte.