Por Mariano Rajoy y David Cameron (Publicado en Expansión) - Coincidimos en que es necesaria una verdadera reforma de la eurozona sin que ello vaya en detrimento de los derechos de los miembros de la Unión Europea que no forman parte de la moneda común.
La Unión Europea se constituyó al terminar un sangriento conflicto. Décadas más tarde ayudó a consolidar la democracia en nuestro continente y, tras la caída del Muro de Berlín, desempeñó un nuevo papel: unir la Europa occidental y la oriental. Hoy, después de la crisis económica de 2008, su principal objetivo se ha transformado de nuevo. Ambos estamos de acuerdo en que el objetivo hoy es crear puestos de trabajo y promover el crecimiento en toda Europa. Y ello, de manera importante, aprovechando al máximo las oportunidades y el potencial que ofrece el mercado único. De centrarse en garantizar la paz en nuestro continente a impulsar la creación de empleo: el crecimiento debe ser ahora el objetivo principal de la UE.
Hace cinco años nuestras economías estaban al borde del abismo. El Reino Unido había sufrido la mayor recesión entre las principales economías del mundo. En España la continua pérdida de competitividad, la acumulación de desequilibrios y la explosión de una burbuja financiera sumieron a la economía en una crisis sin precedentes. El excesivo endeudamiento y los altos déficits públicos tuvieron duras consecuencias para nuestros ciudadanos, desde Zaragoza hasta Birmingham. Por supuesto, había significativas diferencias en las circunstancias económicas de nuestros países: Reino Unido no forma parte de la eurozona mientras que España es uno de sus miembros fundadores. Pero nuestras economías compartían problemas estructurales, como una deuda excesiva y una baja competitividad que, de no haberse atendido, habrían conducido a la ruina económica a largo plazo.
Ahora, tras decisiones muy difíciles y sacrificios, las cosas han empezado a cambiar. En Reino Unido, una recuperación caracterizada por una importante creación de empleo ha permitido crear más de 1.000 empleos al día. España crecerá en torno a un 3,3% este año, una tasa entre las más elevadas de la eurozona. Y, además, está registrando una creación récord de empleo, con más de medio millón de nuevos puestos de trabajo en el último año.
De todo esto hemos aprendido una clara lección: los países que sanean sus finanzas públicas garantizan la sostenibilidad de su Estado de bienestar, llevan a cabo ambiciosas reformas estructurales e incentivan el empleo, crean mayor número de puestos de trabajo y devuelven la confianza en el futuro. Esta tarea la hemos abordado individualmente, en cada uno de nuestros países; pero los resultados serán mejores si trabajamos conjuntamente para crear una Unión Europea que tenga el crecimiento, el empleo y la innovación como su razón de ser.
La verdad es que la situación en la Unión Europea no es suficientemente buena. Tenemos que hacer que la Unión Europea sea mucho más competitiva y trasladar el impulso de las reformas estructurales nacionales al ámbito de la UE. Queremos centrarnos en cuatro áreas.
Mercado interior
Primero, Europa debe aprovechar el auténtico potencial del mercado interior en nuestros sectores más potentes. Nuestros dos países han marcado el camino, abriendo mercados en sectores que van desde la construcción a las agencias de viaje; pero aún persisten numerosas barreras en el seno de la UE que impiden a las empresas ofrecer sus servicios en todo el territorio. Necesitamos un pasaporte, en especial en campos como el de la ingeniería y la contabilidad, que permita que, una vez que se haya recibido la luz verde para hacer negocios en un país europeo, se pueda operar en todos ellos. En el campo de la energía, otros países deberían unirse a nuestra ambición de conectar nuestros mercados energéticos a los del resto de Europa, disminuyendo los costes para las empresas y consumidores y cumpliendo nuestros objetivos en relación con el cambio climático. Nosotros ya sabemos que abrir los mercados funciona. Véanse, por ejemplo, las tarifas aéreas, que han caído un 41% en menos de una década, tras el acuerdo de cielos abiertos, que ha abierto oportunidades de viajar al extranjero a un mayor número de personas de toda Europa.
Tecnología
Segundo, la UE no debe quedarse atrás ante los cambios tecnológicos y en los hábitos de consumo. Tanto España como Reino Unido están en la primera línea del crecimiento en el sector digital, pero todavía quedan muchas oportunidades que aprovechar. La UE debería favorecer a las empresas que trabajan online, garantizando la existencia de un sistema simple y ágil para su registro en otro país, para obtener acceso a un dominio de Internet y para pagar los impuestos que correspondan. La UE además debería facilitar que los consumidores puedan comprar online en todo el mercado único, garantizando, por ejemplo, que tengan acceso a sus cuentas de iTunes y Netflix cuando viajan, igual que si se encontraran en casa.
Para las empresas y para las start up
En tercer lugar, tenemos que conseguir que la UE sea un entorno favorable para las empresas y para las start up. Las empresas con menos de cinco años de antigüedad generan casi el 50% de los nuevos empleos en Europa. Por tanto, debemos cuidarlas, facilitando su creación y financiación y evitando un exceso de costes y regulación.
Una Unión de los mercados de capitales ofrecerá nuevas fuentes de financiación para las pymes europeas por valor de millones de euros y ayudará a resolver el problema de la excesiva fragmentación en el sector de banca minorista.
Una regulación más simplificada crea empleo. El número de autónomos aumentó en España en 180.000 en los últimos dos años y medio y, en Reino Unido, una menor carga regulatoria ha permitido crear 760.000 nuevas empresas en cinco años. Naturalmente, para que el mercado único funcione, es preciso contar con un conjunto de reglas comunes, pero es cierto que, en el pasado, la UE ha optado por intervenir en ámbitos que se regularían mejor a escala local o nacional y, sin embargo, en sectores como la financiación, la energía y los servicios el mercado único aún está incompleto.
La Comisión Europea está comenzando a abordar esta cuestión: el número de propuestas de la UE ya se ha reducido en un 80%; pero es preciso avanzar más, ofreciendo a las empresas de nueva creación la posibilidad de eximirse de algunas normas de la UE en sus primeros años y estableciendo un objetivo de reducción de la carga global de regulación de la UE.
En cuarto lugar, hemos de impulsar con fuerza el libre comercio entre Europa y el resto del mundo. Unos acuerdos comerciales ambiciosos son siempre fructíferos.
El acuerdo entre la UE y Corea del Sur ha suprimido derechos de aduana por valor de 1.600 millones de euros al año, las exportaciones desde España se duplicaron y la economía de Reino Unido obtendrá beneficios de al menos 500 millones libras anuales.
Relaciones comerciales
Hemos de fortalecer las negociaciones con el bloque comercial que es América del Sur y, además, acercarnos a las economías asiáticas más dinámicas. Hemos concluido un acuerdo con Vietnam y debemos proponernos alcanzar otro con Japón antes de final de año. Y nuestra principal prioridad debe ser lograr el acuerdo comercial bilateral más ambicioso de la Historia: un acuerdo de libre comercio UE-EEUU beneficiaría a las empresas de todo el continente, desde los servicios a las empresas en España a los fabricantes de automóviles en el Reino Unido. Así lo defendemos ante nuestros socios en Europa y en EEUU: hagámoslo posible este año.
Hoy los países europeos se enfrentan a muchos desafíos: desde defenderse de la amenaza que supone el Estado Islámico, hasta abordar la crisis migratoria y la necesidad de ofrecer seguridad económica a nuestros ciudadanos.
Nuestros dos países comparten un pasado como naciones exploradoras, que miraban a Europa y al resto del mundo. Estamos ambos de acuerdo con la necesidad de trabajar junto a otros países para hacer frente a estos retos. Convenimos en la necesidad de reforzar nuestras economías. Coincidimos en que es necesaria una verdadera reforma de la eurozona sin que ello vaya en detrimento de los derechos de los miembros de la UE que no forman parte de la moneda común.
La finalidad primordial de la UE es el crecimiento y el empleo, y todos sus miembros deben poner de su parte. Así es como esta organización seguirá siendo beneficiosa para los ciudadanos europeos. Y se trata de una de las formas en la que cumpliremos nuestra principal obligación como líderes: conseguir una vida mejor para todas las personas a las que representamos