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BRICS lanzan Banco de Desarrollo como alternativa al FMI y al Banco Mundial

Lunes, 14 de julio de 2014 - 06:46 UTC
Jim O'Neill inventor del término BRICS entiende la movida pero no sabe bien cómo funcionará Jim O'Neill inventor del término BRICS entiende la movida pero no sabe bien cómo funcionará
Los cinco líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sud Africa se reúnen esta semana en Fortaleza Los cinco líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sud Africa se reúnen esta semana en Fortaleza

Los presidentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (que conforman el BRICS) tienen previsto firmar este martes, en Fortaleza, Brasil, la constitución de un Banco de Desarrollo, con una aportación inicial de 50.000 millones de dólares al capital del banco y 100.000 millones de dólares de capacidad de préstamo.

También incluye un fondo de reservas por otros 100.000 millones de dólares para ayudar a los países del grupo en caso de una posible crisis de liquidez, como las vividas en algunos países europeos durante la crisis financiera.

Son unos 200.000 millones de dólares, la divisa que se utilizará, al igual que hacen el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en las transacciones de BRICS, para poner en valor el grupo y hacer una demostración de su fortaleza económica.

“La conclusión de estas dos iniciativas propiciará un fuerte mensaje sobre la voluntad de los BRICS de profundizar y reforzar su asociación económica y financiera”, subrayaba ante la prensa la semana pasada el diplomático brasileño José Alfredo Graça Lima.

“Las instituciones financieras creadas funcionarán de forma similar al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional”, asegura.

”Es importante que las mayores economías emergentes hayan sido capaces de poner en marcha un proyecto así, de lo contrario su credibilidad como grupo se habría visto cuestionada. Es un primer paso evidente, pero ahora necesitan pasar a la acción”, asegura Jim O’Neill, inventor del término BRICS en su etapa de economista jefe de Goldman Sachs, y actualmente investigador en el think-tank Bruegel.

La iniciativa suscita dudas sobre su alcance y sobre cómo de efectiva o ineficiente resultará la coordinación del grupo. Su creación se ha demorado casi dos años por las discrepancias internas, que finalmente se han saldado con una participación a partes iguales en el capital, frente a la intención inicial de China de alzarse como socio mayoritario, y con la sede de la entidad en Shanghái.

“La verdadera cuestión es para qué quieren realmente estos países ese nuevo banco y qué quieren apoyar con él. No se sabe si es un mecanismo para explorar cómo asumir una mayor responsabilidad global, algo más fácil que lograr más representación en el FMI o el BM, o si quieren financiar conjuntamente proyectos de infraestructuras en los países del grupo”, apunta O’Neill. “No estoy seguro, ¡sólo el tiempo lo dirá!”.

La creación del Banco de Desarrollo también es visto como una respuesta de las economía emergentes a los prometidos cambios en los organismos mundiales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Mundial que datan de 1944, cuando los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial con Estados Unidos a la cabeza diseñaron el nuevo modelo de relaciones comerciales y financieras

Pero han pasado 70 años y los países emergentes se han cansado de esperar un cambio de régimen en las instituciones financieras internacionales que salieron de aquella reunión y han dado un paso adelante para cambiar el orden existente y reivindicar su nuevo papel en la economía mundial.

El FMI aprobó en 2010 una reforma de sus cuotas para dar un mayor peso en el organismo a las potencias emergentes, sobre todo a China. Pero la reforma está empantanada en el enfrentamiento entre demócratas y republicanos en el Congreso de Estados Unidos y, a estas alturas, la iniciativa se ha quedado incluso obsoleta.

“Es realmente ridículo y decepcionante que el Congreso estadounidense no haya aprobado el cambio en las cuotas. De hecho, el peso otorgado entonces a algunos países emergentes ya se ha quedado viejo y es cada vez más evidente que la gobernanza global actual dista mucho de ser la óptima”, admite O’Neill.

Hasta ahora los BRICS no se han caracterizado por su gran capacidad de coordinación en la escena internacional, pese a su constitución oficial como grupo en 2009 en plena crisis financiera, aunque el protagonismo entonces se concentró en el G20, ahora también en declive. “La intención es que el banco de los BRICS se convierta, con el tiempo, en una alternativa al BM y al FMI y que sea un nuevo actor entre las instituciones financieras globales.

En diversos artículos, Nicholas Stern, presidente del Grantham Research Institute en la London School of Economics y de la Academia Británica, ha defendido junto al premio Nobel Joseph Stiglitz la necesidad un nuevo banco de desarrollo que dé respuesta a las ingentes necesidades que tienen los países emergentes en materia de infraestructuras.

Sostiene Lord Stern que el gasto en infraestructuras en estos países deberá aumentar desde los 800.000 millones de dólares actuales a, al menos, dos billones en la próxima década. “De lo contrario, será imposible lograr una reducción de la pobreza a largo plazo y un crecimiento inclusivo”, defiende en su análisis.

Las salvaguardas impuestas por el Banco Mundial y por el FMI en su funcionamiento, así como la dura condicionalidad asociada a sus préstamos han restado eficiencia a la financiación procedente de estos organismos pero no será fácil poner en marcha un modelo operativo desde cero y los desembolsos.