Por Benjamín Fernández Bogado (*) - Fueron sólo 74 días de combate entre argentinos y británicos. Suficiente para que todavía minas sin explotar y esquirlas disparadas hagan par¬te del escenario de estas estepas dominadas por el viento, la lluvia y el frío.
Por Benjamín Fernández Bogado (*) Nadie la quiere, todos la condenan; sus historias son lamentadas o glorificadas; pasa a ser el lastre de generaciones completas y sobre ella se construyen naciones y se trituran sueños y ambiciones. Estoy hablando de la guerra. La historia de la humanidad está construida sobre ella.
Por Benjamín Fernández Bogado (*) - La inocencia de los isleños de las Falklands se acabó definitivamente aquel 2 de abril de 1982 cuando las Fuerzas Armadas argentinas los invadieron. El fin del mundo era esto. Ovejas por doquier, un puñado de habitantes y una incipiente pesca marina eran parte de una economía muy distante de varias apetencias.
Si como tal entendemos lo distante, lo distinto, lo desconocido, las islas Falklands o Malvinas, dependiendo desde donde se lea y cómo se lea, podríamos decir que se encuentra en un territorio poco conocido hasta la guerra que la puso en el mapa el 2 de abril de 1982.
Por Benjamín Fernández Bogado (*) - Una visita a las Islas Falklands o Malvinas, dependiendo de quién no solo lo pronuncie sino comprenda lo que subyace más allá de la denominación de este conjunto de más de 700 islas que saltó al conocimiento mundial en la guerra de los ochenta del siglo pasado y que duró un poco más de dos meses enfrentando a argentinos y británicos, siempre provoca visiones contrapuestas y en conflicto.