MercoPress, in English

Viernes, 22 de noviembre de 2024 - 12:24 UTC

 

 

Falklands/Malvinas: El negocio de la guerra

Viernes, 20 de febrero de 2015 - 18:32 UTC
Antes de 1982 vivían aislados del mundo y con varios pobres. Se consideraban una colonia abandonada por la metrópoli. Todo cambió cuando acabó la guerra Antes de 1982 vivían aislados del mundo y con varios pobres. Se consideraban una colonia abandonada por la metrópoli. Todo cambió cuando acabó la guerra
No hay corrupción y el médico que dirige el hospital en Puerto Stanley, la capital de las Islas, gana 230.000 dólares anuales. El maestro: 60.000 dólares. No hay corrupción y el médico que dirige el hospital en Puerto Stanley, la capital de las Islas, gana 230.000 dólares anuales. El maestro: 60.000 dólares.
En Falklands/Malvinas todo se hizo con mucho esfuerzo. Está muy lejos de todo: 18 horas de Londres, 2 de Punta Arenas, y quizás unas 5 de Buenos Aires. En Falklands/Malvinas todo se hizo con mucho esfuerzo. Está muy lejos de todo: 18 horas de Londres, 2 de Punta Arenas, y quizás unas 5 de Buenos Aires.

Por Benjamín Fernández Bogado (*) Nadie la quiere, todos la condenan; sus historias son lamentadas o glorificadas; pasa a ser el lastre de generaciones completas y sobre ella se construyen naciones y se trituran sueños y ambiciones. Estoy hablando de la guerra. La historia de la humanidad está construida sobre ella.

 Y eso es más o menos la historia de unas islas con las cuales nos encontramos en forma de cartel propagandístico apenas pasamos la frontera hacia la Argentina.

Nuestros vecinos las reclaman como suyas y las llaman Malvinas, que en realidad no es nombre tan español, ya que así se refirieron a ellas los franceses que también pasaron por aquí.

Hoy sus habitantes de ascendencia inglesa mayoritaria, aunque hay de 37 nacionalidades, además las consideran suyas y las llaman Falkland Islands, y Gran Bretaña las tiene como un territorio de ultramar, estatus similar a otras islas además de Gibraltar.

La guerra ha marcado su historia profundamente. Antes de 1982 vivían aislados del mundo y con varios pobres. Se consideraban una colonia abandonada por la metrópoli. Pero todo cambió cuando acabó la guerra, el 14 de junio, y empezaron a ordenar la casa hasta alcanzar hoy una proyección que tiene la independencia entre sus planes.

Es un pequeño barrio de Asunción, Paraguay. 2.500 habitantes y unos 200 millones de libras esterlinas de producto nacional bruto.

Viven de la pesca fundamentalmente, algo de lana y carne de oveja, y están deseosos de que el petróleo los vuelva aún más ricos.

Los Isleños tienen hoy un ingreso promedio de 35.000 libras (unos 50.000 dólares frente a los 5.000 nuestros). No tienen pobres, no hay desempleo, no deben a nadie y están obligados fiscalmente a ahorrar un 3% de lo que ingresa la administración.

Tienen unas reservas iguales a su PIB anual. Parecen felices, aunque les cueste aceptar esa condición.

Aquí todo se hizo con mucho esfuerzo. Está muy lejos de todo. Dieciocho horas de Londres, 2 de Punta Arenas, y quizás unas 5 de Buenos Aires.

Falklands o Malvinas, la importancia del nombre no tiene ningún impacto sobre sus pobladores.

Saben lo que es vivir lejos de todo y la provocación recurrente de Argentina les tiene sin cuidado.

Para eso están los 2.000 soldados acantonados.

No hay corrupción y el médico que dirige el hospital en Puerto Stanley, la capital de las Islas, gana 230.000 dólares anuales. El maestro: 60.000 dólares.

Todo lo hicieron después de la guerra. Organizaron la casa y la administración, y el impacto fue inmediato.

Esta semana un juez argentino imputó a su presidenta, el canciller y dos cercanos colaboradores. La noticia aquí solo sirvió para un irónico comentario: “¿Cómo nos hubiera ido con ellos si la guerra la hubieran ganado?”.

Aquí apretaron la marcha y después del 82 del siglo pasado, este conjunto de islas ha progresado extraordinariamente.

A pesar del dolor que ella pudo haber traído aquí solo saben que después del conflicto con los argentinos las condiciones de vida han mejorado de manera notable. Claramente este es un caso donde la guerra ha sido un gran negocio para sus pobladores.

(*) Benjamín Fernández Bogado es un abogado y periodista paraguayo, de larga trayectoria en distintos medios tanto en su país como en España.  Invitado por del gobierno británico esta es una de varias notas que sobre su experiencia está escribiendo.

 

Categorías: Política, Falklands-Malvinas.