El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, no está nada preocupado por ser llamado dictador, especialmente después de que 57 de sus leales legisladores aprobaran una reforma en un Congreso de 60 escaños que aprueba su posible reelección indefinida, lo que los críticos consideran la posible consolidación de un régimen autocrático en el país.
La representante Marcela Villatoro argumenta que este cambio conduce a una acumulación de poder y debilita la democracia, mientras que Juanita Goebertus, de Human Rights Watch, ha comparado la trayectoria de El Salvador con la de Venezuela.
Bukele, quien fue reelegido en 2024 con el 85% de los votos, ha sido acusado de abusos contra los derechos humanos, incluyendo el encarcelamiento de activistas y abogados de derechos humanos, así como la detención arbitraria y la tortura de miles de personas bajo el estado de excepción establecido en 2022 para combatir las pandillas. Sus críticos también señalan una cultura de nepotismo y falta de rendición de cuentas, pero sus partidarios admiran su éxito en la reducción de la tasa de homicidios.
A pesar de la controversia, su popularidad ha crecido más allá de las fronteras de El Salvador. Bukele, conocido por su estilo informal y su uso intensivo de las redes sociales, donde se ha referido a sí mismo como un dictador genial, ha creado un fenómeno de culto a su alrededor.
”La situación esta noche es tan grave que no se dan cuenta de lo que trae la reelección indefinida: genera acumulación de poder y debilita la democracia (...) hay corrupción y clientelismo porque aumenta el nepotismo y frena la democracia y la participación política, argumentó Villatoro. ¡La democracia en El Salvador está muerta!.
El Salvador sigue el mismo camino que Venezuela. Empieza con un líder que usa su popularidad para concentrar el poder y termina en dictadura, escribió Goebertus en redes sociales.
Bukele, de 44 años y quien abandonó sus estudios de Derecho, se enorgullece de llamar amigo al presidente estadounidense Donald Trump. ¿Saben qué? No me importa que me llamen dictador, dijo el presidente el 1 de junio en su discurso con motivo del primer aniversario de su segundo mandato.
En marzo de 2022, declaró el estado de emergencia, bajo el cual unas 88.000 personas han sido arrestadas. Bukele tiene una tasa de homicidios en declive y acusa a quienes se le oponen de defender a pandilleros y ser militantes de izquierda. En X, se autodenomina dictador tranquilo y rey filósofo, y se burla de sus críticos.
Nacido el 24 de julio de 1981 en San Salvador, es hijo del químico industrial y representante de la comunidad palestina Armando Bukele, fallecido en 2015, y de Olga Ortez. De niño, siempre sonreía, nunca se le veía desesperado, declaró a la AFP la arquitecta Marleny Carranza, quien trabajó en las empresas de Bukele. En el anuario escolar, se describía a sí mismo como un terrorista de clase”. Estudió derecho en la Universidad Centroamericana, pero no se graduó. Desde los 18 años, optó por trabajar en la agencia de publicidad de su padre, que gestionaba campañas para el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, antigua guerrilla). Durante esos años, también administró una discoteca en San Salvador.
Comenzó su carrera política en 2012 y, bajo la bandera del FMLN, fue alcalde de Nuevo Cuscatlán y de la capital salvadoreña de 2015 a 2018. Tras un incidente con una concejala, fue expulsado del partido en 2017. Al asumir el cargo, afirmó no considerarse ni de derecha ni de izquierda, pero posteriormente adoptó una postura conservadora y, este año, prometió su lealtad a Trump. Ascendió a la cima del poder en 2019 conectando con los jóvenes y aquellos decepcionados con los dos partidos que se alternaron en el gobierno tras la guerra civil de 1980 a 1992.
Intolerante a las críticas, cuenta con un pequeño círculo de confidentes que incluye a sus hermanos Karim, Yusef e Ibrajim. Su gobierno incluye a antiguos compañeros de la escuela bilingüe donde estudió. Se casó con Gabriela Rodríguez, psicóloga y bailarina de ballet, en 2014, y tienen dos hijas, Layla y Aminah.