El presidente Luiz Inácio Lula da Silva enviará a la embajadora de Brasil en Caracas a la toma de posesión de Nicolás Maduro el 10 de enero para un nuevo mandato de seis años. Considerados en su día como estrechos aliados y amigos, Maduro y Lula no se miran a la cara tras las polémicas elecciones del 28 de julio, en las que el líder chavista fue declarado vencedor pese a las denuncias de fraude de la Plataforma Democrática Unitaria (PUD) de Edmundo González Urrutia.
Glivânia Maria de Oliveira, que encabeza desde hace un año la misión de Brasil en Caracas, fue la elegida para asistir a la ceremonia, a la que también quieren sustraerse otros jefes de Estado, como la mexicana Claudia Scheinbaum.
Si bien es obvio que casi nadie quiere una foto junto a Maduro en estos días, también se teme por lo que pudiera ocurrir, ya que González Urrutia anunció una y otra vez su intención de juramentarse ese día. Actualmente exiliado en España desde septiembre, viajará a Buenos Aires este fin de semana.
A pesar de la frialdad de los lazos, Lula -que asistió a la toma de posesión de Scheinbaum el año pasado- dejó un embajador en Venezuela porque creía necesario mantener algún tipo de diálogo con Caracas. Brasil suele estar representado al más alto nivel en las investiduras presidenciales. El vicepresidente Geraldo Alckmin viajó el año pasado a Guatemala e Irán. Y a pesar del desprecio recíproco de Lula con el argentino Javier Milei, envió al canciller Mauro Vieira a Buenos Aires el 10 de diciembre de 2023.
Ajeno a la presión mundial, Maduro no ha hecho públicas las actas que avalarían su victoria, mientras que la PUD publicó el 83% de esos documentos que demuestran que, aunque el líder bolivariano obtuviera el 100% de los votos en el resto de las mesas, la victoria de González Urrutia sería incontestable.
La violencia que se desató tras el anuncio del 28 de julio derivó en centenares de arrestos, aunque algunos de esos presos políticos fueron liberados en los últimos días.
Maduro, en el poder desde 2013 tras la muerte del líder bolivariano Hugo Chávez, llegó a calificar al enviado especial de Lula a las elecciones, el ex ministro de Exteriores Celso Amorim, de mensajero del imperialismo estadounidense. Además, Brasil custodia ahora los intereses de Argentina en Caracas tras la ruptura diplomática.
Por el momento, Brasil no ha reconocido a ningún ganador de las elecciones presidenciales. En un intento de calmar los ánimos, Lula dijo que Maduro era un problema de los venezolanos y no suyo.