Un fallo de un tribunal argentino detuvo este jueves el desguace de un buque de la Armada Argentina involucrado en el desembarco del 2 de abril de 1982 en las Islas Falkland. Los veteranos de guerra habían objetado rotundamente la decisión del presidente Alberto Fernández sobre el destino del navío.
El destructor ARA Santísima Trinidad (D2), construido en Argentina a partir de un modelo británico, fue el buque insignia de la Operación Rosario, transportando a los comandos anfibios que llevaron a la rendición de la guarnición de Puerto Stanley.
El juez federal de Bahía Blanca, Walter López Da Silva, falló a favor de un recurso interpuesto por el ciudadano privado Jorge Oliver en el que solicitaba que se protegiera buque de su venta como chatarra.
La acción legal de Oliver es una de las tantas impulsadas por ex tripulantes y activistas civiles de la causa Malvinas luego de la publicación del decreto presidencial, que fue calificado de antipatriótico.
La sentencia judicial paraliza el llamado a licitación para la compra de material de descarte que la Armada tenía en trámite de conformidad con lo ordenado por el Decreto 1017/20.
El caso se presentó originalmente en Córdoba, pero luego se trasladó a Bahía Blanca por cuestiones de jurisdicción, debido a que el buque está atracado en la estación naval de Puerto Belgrano.
La demanda contra el decreto presidencial se basó en la Ley 25.197 (Régimen de Registro del Patrimonio Cultural) con el fin de evitar la destrucción del histórico barco que, en cambio, debería ser restaurado y convertido en museo.
Según la presentación de Oliver, la fundación 20 de Noviembre se encuentra en óptimas condiciones para afrontar el mantenimiento y puesta en valor de la unidad naval.
Los abogados de la Marina habían negado que la embarcación fuera parte del patrimonio cultural de la nación. Por su enorme deterioro y su nulo valor económico, se decidió proceder con un hundimiento programado con honores (tradición naval por la cual los barcos pueden ser utilizados como blancos de tiro) y agregó que al final esto se desanimó por la fragilidad del casco que impide el tránsito en los canales de entrada y salida al puerto de Bahía Blanca ya que el hundimiento complicaría la navegación en la zona.
La Armada también sostuvo que si se coloca en manos de civiles, el barco tendría que cumplir con todos los requisitos de seguridad naval.
El juez López Da Silva consideró que el ARA Santísima Trinidad efectivamente era un bien histórico y, por lo tanto, miembro del patrimonio argentino, por lo que corresponde a la Secretaría de Cultura “ejercer la superintendencia sobre dicho patrimonio”.
El Santísima ha sido reflotado tras un hundimiento parcial en 2013, pero según las autoridades navales su estado es irrecuperable y constituye una amenaza para la seguridad náutica, mientras que los planes para transformarlo en museo se han estado considerando durante más de dos décadas entre los veteranos de guerra.
El barco pertenece a la clase Tipo 42. El 1 de marzo de 1969 se ordenó su construcción en el Astillero Naval de Río Santiago basado en un diseño inglés (de hecho, era gemelo del Sheffield británico hundido por las fuerzas argentinas en 1982).
El Santísima fue botado el 12 de noviembre de 1974 y fue dado de baja en diciembre de 2004. Desde entonces permanece amarrado en la Base Naval de Puerto Belgrano.