El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), Arturo Merino Núñez, descartó el jueves la posibilidad de encontrar sobrevivientes del avión de transporte Hercules C-130 que el pasado lunes cayera al mar en ruta a la Antártida con 38 personas a bordo, luego de que partes humanas fueran encontrados en días subsiguientes.
Las condiciones en las que se encontraron [los cuerpos] hacen que sea prácticamente imposible que existan sobrevivientes, dijo Merino, quien también señaló que siguen apareciendo más restos humanos a medida que avanza la operación de recuperación.
Mientras tanto, el Instituto Antártico Chileno (Inach) ratificó el jueves que los viajes de investigación científica continuarán a pesar de las pérdidas del lunes.
Más de 300 científicos viajan cada año al continente blanco. La mayoría de esos viajes se realizan por vía aérea o marítima con unidades de transporte de las fuerzas armadas. Sólo en 2017, Inach y Conicyt (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica) asignaron cuantiosas partidas presupuestarias a 101 proyectos de investigación que formaban parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica encabezado por el Inach.
El director del organismo, Marcelo Leppe, explicó que la vida no es la misma después de un evento de esta magnitud, que se convierte en el accidente más importante en la historia de Chile en el [Mar] Antártico.
La campaña antártica de este año comenzó en agosto y necesita avanzar con su cadena de logística y movimiento de personal porque hay objetivos a alcanzar. “Los viajes a la Antártida se mantienen, hay gente trabajando allí. No es algo que podamos suspender de la noche a la mañana”, subrayó Leppe.
“Tenemos varios trabajos científicos en curso. En agosto, tuvimos los proyectos atmosféricos vinculados al avión de Hanoi, una nave alemana altamente sofisticado que voló de ida y vuelta desde Argentina y Chile a la Antártida. También hay proyectos de microbiología, biología y ecología marina”, continuó Leppe.
Una de las líneas de investigación más recurrentes en la Antártida tiene que ver con la industria farmacéutica, gracias al hecho de que la experimentación se beneficia con temperaturas extremas, altos niveles de radiación ultravioleta y tiempos prolongados de oscuridad. Por lo tanto, los científicos se han centrado en el estudio de ciertas plantas que respaldan la formación de salinidad extrema en las espinas de sus hojas, la búsqueda de proteínas anticongelantes en la hierba antártica y los estudios glaciológicos en el interior de la Antártida occidental.
“Inach suministra la logística que se encarga de las transferencias y coordina con nuestros operadores del Ministerio de Defensa, las Fuerzas Armadas y los operadores privados, porque obviamente cuando necesitamos transportar grandes volúmenes de personas o cargas, contratamos [del sector] privado”, explicó Leppe.