Vos estis lux mundi (ustedes son la luz del mundo), es nombre con el que el Papa Francisco bautizó la norma que establece nuevos procedimiento para denunciar abusos y encubrimientos al interior de la Iglesia, como la obligación de los religiosos y religiosas a dar cuenta sobre cualquier indicio de aquello a la autoridad eclesial correspondiente.
Además, la medida instruye los pasos que debe seguir cada diócesis y exige mayor celeridad en las investigaciones preliminares -no más de 90 días-, sumado a la protección de los denunciantes y víctimas, quienes no pueden ser objetos de prejuicios, represalias o discriminación, por lo que nadie puede imponerles la obligación de silencio.
También estipula que todas las diócesis del mundo deben contar, antes de junio de 2020, con un sistema accesible a cualquiera que quiera denunciar.
Al respecto, cercanos a la Iglesia católica y expertos en la materia destacan el avance que significa esta medida en materia de orden en los procesos canónicos de investigación, aunque existen posturas enfrentadas respecto a si con esto se dan mayores garantías de que las denuncias lleguen a manos de la justicia civil.
De hecho se trata de un cuerpo normativo 'ad experimentum' que la Iglesia pondrá a prueba durante tres años. A su vez el vocero de los laicos del sur de Chile en Osorno, Juan Carlos Claret, destacó que la norma obliga a las congregaciones a informar al obispo diocesano sobre un abuso sexual al interior de ella. Esto es importante porque hasta hoy el provincial jesuita, por ejemplo, no tenía porqué informar al obispo diocesano.
También subrayó el avance que se fije un plazo de 90 días en las investigaciones, ya que en cuanto a plazos para investigar hasta la fecha no hay regulación clara. Víctimas podían pasar años esperando. Para el teólogo y doctor en filosofía moral de la Universidad de Chile, Álvaro Ramis, la medida dictada por el Papa viene a ordenar y terminar con las confusiones que significan la tramitación de denuncias.
No queda al arbitrio de las diócesis, sino que tiene un mandato perentorio de establecer mecanismos de denuncia. Hasta este momento había toda una serie de confusiones porque en general la tramitación de estas denuncias corría por causes muy diferenciados de diócesis a diócesis, porque los principios doctrinales eran muy claros, pero los procedimientos eran totalmente disimiles entre una diócesis y otra, sostuvo.
Entonces, continuó, eso va generando una forma de tramitar los temas que quedaban al árbitro del obispo de turno. Eso obviamente que era muy complicado porque el obispo de turno muchas veces era el acusado o el involucrado directo, añadió. Por lo mismo, recalcó que ahora hay una institucionalidad global que debe más o menos poderse controlar, porque hay organismos recíprocos, inter-diocesanos de control, que impiden que un obispo haga y deshaga su parcela”.
La norma papal coincide con la discusión respecto a si los sacerdotes debiesen tener la obligación de denunciar eventuales abusos sexuales ante el Ministerio Público, incluso algunos parlamentarios plantean en que el secreto de confesión no sea un impedimento para aquello.