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Montevideo: ¿La ciudad más cara y donde mejor se vive en América Latina?

Viernes, 29 de marzo de 2019 - 17:30 UTC
A diferencia de las ciudades estudiadas de los grandes vecinos, Brasil y Argentina, Montevideo (y Uruguay) resalta por la calidad de su democracia y su relativa estabilidad económica A diferencia de las ciudades estudiadas de los grandes vecinos, Brasil y Argentina, Montevideo (y Uruguay) resalta por la calidad de su democracia y su relativa estabilidad económica
Una playa montevideana en la Rambla. (Foto: Sebastián Astorga) Una playa montevideana en la Rambla. (Foto: Sebastián Astorga)

La capital uruguaya es la más cara y la mejor para vivir de la región. Al menos eso es lo que los estudios de The Economist, que posicionó a Montevideo detrás de Ciudad de México en materia de costo, y de la consultora Mercer, que la ubica en la cima latinoamericana en calidad de vida, revelaron en publicaciones hechas este mes. El País (Madrid) explica que Montevideo posee un “loco encanto decadente”, sin embargo, ¿por qué se da este fenómeno?

“Entre esas dos clasificaciones transcurre la verdadera vida montevideana, con sus miserias y su loco encanto decadente, sutileza que los rankings de Mercer (la mayor consultora del mundo de recursos humanos) y The Economist no pueden ni quieren captar”, escribe la corresponsal uruguaya del diario español, Magdalena Martínez. Y es que el ranking realizado por la consultora se basa principalmente en la estabilidad política y jurídica de las urbes analizadas, así como la accesibilidad a los servicios públicos, bancarios y a las libertades individuales.

Sumado a todo lo anterior, la capital de Uruguay posee una oferta cultural que la posiciona como la líder de ese listado en la región, aunque 78 puestos (de un total de 180) detrás de Viena, la ganadora mundial.
La piedra angular de la clasificación de Mercer es la seguridad y la estabilidad política y jurídica de la ciudad, además de la accesibilidad a los servicios bancarios, el estado de las libertades, los servicios médicos, la oferta educativa y los servicios públicos. “A todo lo anterior se añade la oferta gastronómica y cultural, lo que convierte a la capital uruguaya en la urbe con mejor calidad de vida de la región”, consigna Martínez.

A diferencia de las ciudades estudiadas de los grandes vecinos, Brasil y Argentina (con el que comparte grandes similitudes culturales), Montevideo (y Uruguay) resalta por la calidad de su democracia y su relativa estabilidad económica, cuestión que remarca el análisis de Mercer, que basa su análisis en la visión de los empleados de multinacionales y resaltan a Montevideo por sus cualidades propias y la comparación con su entorno.

No obstante, gracias al estudio elaborado por The Economist, se puede conocer la otra cara de la moneda, analiza Martínez.

Para el semanario inglés, Montevideo aparece como la segunda ciudad más costosa de la región para vivir, solo superada por Ciudad de México. Sin embargo, una vez más hay una gran diferencia en esta comparación: Uruguay es el país con menos desigualdades y mayor ingreso per cápita de Latinoamérica, según el Banco Mundial y dispone de sistemas gratuitos de salud y educación, empero lo realmente caro son los bienes de consumo tales como el transporte, la ropa, el ocio y ciertos tipos de artículos de la canasta básica.

Las diferencias del Río de la Plata

Argentina, por su lado, dejó de crecer en 2011. El producto interno (PBI) argentino disminuyó 1% entre 2011 y 2018 y fue en ese año en que el peso argentino perdió un 50% de su valor frente al dólar (cuestión que afecta al peso uruguayo, sin embargo, el mercado de cambios local es más dependiente de Brasil, una economía mucho más relevante para Uruguay, excepto por el turismo receptivo).

Uruguay, por otro, superó a Argentina en ingreso per cápita y amplió la brecha con Brasil, al que supera por más del 50%. La economía más pequeña del Mercosur, que representa apenas un 1,8% del bloque, creció lentamente gracias a la pujanza del sector agroindustrial y una política económica menos proteccionista y menos presta a la experimentación que la argentina y brasileña, que viven de crisis en crisis.