China, una de las grandes economías que más restringe la inversión y el comercio, se declaró este fin de semana contraria a “cualquier tipo de proteccionismo” ante la ola antiglobalización encabezada por el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el “brexit”.
El primer ministro chino, Li Keqiang, posicionó a su país como máxima defensora de la globalización y aseguró que abrirá cada más sus puertas, en su discurso ante la Asamblea Nacional Popular, que comenzó su única sesión plenaria del año.
“China se verá más involucrada en la gobernanza global e impulsará la globalización económica para lograr que se convierta en inclusiva, mutuamente beneficiosa e igualitaria”, enfatizó Li en su discurso ante los tres millares de diputados reunidos en Beijing hasta el día 15 para aprobar los objetivos y presupuestos del Gobierno para este año.
Entre ellos destaca una meta de crecimiento del 6,5%, el más bajo desde 1990, que se enmarca en la desaceleración que atraviesa la segunda economía mundial en busca de nuevos motores.
“Los acontecimientos tanto dentro como fuera de China requieren que estemos preparados para afrontar situaciones más complicadas y graves”, consideró el jefe de Gobierno, quien remarcó que Beijing rechaza “cualquier tipo de proteccionismo”.
Li remarcó la inquietud que generan las políticas de las principales economías y sus efectos contagio, en clara alusión a la Administración Trump o el Reino Unido aunque sin mencionarlos de forma específica, y advirtió que los “factores que podrían causar inestabilidad o incertidumbre se están incrementando visiblemente”.
“El crecimiento económico mundial sigue siendo débil y están creciendo tanto la tendencia antiglobalizadora como el proteccionismo”, reiteró.
Por ello, Li apostó por una política de puertas abiertas y un orden internacional multilateral con iniciativas como la Asociación Económica Regional Integral (RCEP) para Asia Pacífico, frente a los interrogantes sobre la viabilidad de otros proyectos similares como el TPP (Acuerdo Transpacífico), que tras la salida de EEUU ha quedado seriamente dañado.
La gran apuesta de China para reactivar el histórico corredor comercial de la Ruta de la Seda está también entre las prioridades.
El presidente Xi Jinping pretende dar un nuevo impulso a esta ruta con una cumbre que se celebrará en mayo y que los medios de comunicación oficiales ya comparan con la reunión de líderes del G20 que el país acogió el año pasado.
De momento, ya ha confirmado su asistencia el presidente ruso, Vladímir Putin, y se espera que también acuda la británica Theresa May o el filipino Rodrigo Duterte.
Esa cumbre será un nuevo escaparate para que Xi, igual que hizo en el Foro Económico Mundial de Davos de enero, se presente como adalid de la globalización frente al giro de Washington.