Los líderes del G7 definieron este viernes el crecimiento económico mundial como “prioridad urgente”, aunque no ocultaron sus divergencias sobre la mejor receta para reactivarlo, y advirtieron sobre los riesgos de una salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Al cierre de una cumbre de dos días en la ciudad nipona de Ise-Shima, los líderes de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá y Japón estimaron que el crecimiento mundial seguía siendo moderado y que persistía el riesgo de un crecimiento débil.
En este contexto, apuntaron, una salida del Reino Unido de la Unión Europa (UE) tras el referéndum del 23 de junio supondría un grave riesgo para el crecimiento mundial.
Un Brexit invertiría la tendencia favorable del desarrollo del comercio y de la inversión mundial, así como del empleo, advirtieron.
Sin embargo, los siete países más industrializados del mundo no se pusieron de acuerdo sobre la mejor receta para reactivar la economía ni sobre los esfuerzos que se espera de cada uno.
En su declaración final, los dirigentes del G7 reiteraron su compromiso a utilizar todos los instrumentos de política económica -monetaria, presupuestaria y estructural- individual y colectivamente.
Sobre las reformas de fondo de sus sociedades y economías, los siete países se comprometieron a continuar las reformas estructurales para reforzar el crecimiento, la productividad y el potencial de producción y dar ejemplo respondiendo a los desafíos estructurales. Un punto en el que Alemania insiste desde hace años.
Por otra parte, los mandatarios de los países del G7 expresaron su preocupación ante la agravación de las tensiones marítimas en los mares de China meridional y oriental.
El texto no cita ningún país en particular pero la alusión a China resulta evidente.
Las tensiones se agravaron los últimos tiempos en el mar de China meridional, reivindicado en su práctica totalidad por Pekín, que ha construido allí unas islas artificiales, para enfado de países como Vietnam y Filipinas.
China, que en la víspera había instado que la cumbre no se metiera en temas que no le competen, no debería tardar en reaccionar.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, había exhortado el jueves al G7 a que adoptara una posición clara y dura en todos los litigios territoriales, ya fuera en el mar de China o en Ucrania.
El test de nuestra credibilidad en el G7 es nuestra capacidad para defender nuestros valores comunes, había dicho Tusk.
Con respecto a la crisis ucraniana, los dirigentes afirmaron que las sanciones contra Rusia podrán ser levantadas cuando los rusos cumplan con sus compromisos y, al mismo tiempo, advirtieron que, si fuera necesario adoptarían nueva medidas.
El G7 sin embargo consideró importante mantener el diálogo con Moscú.
Sobre la crisis de los migrantes que afronta Europa, los dirigentes del G7 consideraron que se trata de un problema mundial que debe ser tratado a escala mundial.
Según un responsable japonés, este tema provocó una discusión tensa entre los líderes mundiales.
Asimismo, la lucha contra el terrorismo ocupó buena parte de las discusiones. En particular la adopción de un plan de acción contra su financiamiento preparado por los ministros de Finanzas y directores de los Bancos Centrales del G7 en Sendai, norte de Japón, unos días antes de la cumbre.
Una de las sesiones de la cumbre estuvo dedicada a la protección del patrimonio artístico contra los ataques.
Reafirmamos sin ambigüedad que estamos determinados a rechazar el pago de cualquier rescate a los terroristas, indicó la declaración final del G7.