El gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC están empeñados en firmar la paz en el “plazo más breve posible”, según expresaron durante una reunión en La Habana con el presidente cubano Raúl Castro.
Los negociadores de paz de ambas partes se entrevistaron con Castro en el marco de las conversaciones que llevan a cabo desde 2012 en La Habana, y con las cuales buscan terminar con más de medio siglo de lucha armada en Colombia, según revelaron los medios estatales cubanos a través de una nota.
En la cita, agregaron, “se constató el interés compartido de continuar avanzando para alcanzar, en el plazo más breve posible, un acuerdo que permita poner fin al conflicto de más de 50 años y lograr una paz estable y duradera en Colombia”.
Castro se reunió con la canciller de Colombia, María Ángela Holguín, Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, quienes conforman la delegación de paz del gobierno de Juan Manuel Santos. Del lado de las FARC participaron Iván Márquez, Pastor Alape y Carlos Antonio Lozada, señalaron los medios cubanos, que transmitieron imágenes del encuentro.
En 2015, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Santos se comprometieron a culminar las negociaciones el próximo 23 de marzo.
Las partes prevén sellar en esa fecha un acuerdo para poner fin a uno de los conflictos armados más antiguos del mundo, tras el cual los rebeldes se convertirían en un partido político. Sin embargo, el grupo guerrillero advirtió la semana pasada que es poco probable que se cumpla con el plazo fijado, debido a “escollos importantes” en los diálogos.
Las FARC y el gobierno han cerrado parcialmente cuatro de los seis puntos de la negociación: problema agrario (origen del enfrentamiento) , cultivo y tráfico de drogas ilegales, reparación de las víctimas y participación política de los guerrilleros una vez depongan armas.
Quedan por definir el fin del conflicto -que incluye el desarme de la guerrilla- y la implementación y refrendación de los convenios.
El conflicto colombiano, que comenzó como una sublevación campesina, deja unos 220.000 muertos y seis millones de desplazados