La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibirá este jueves a su homólogo uruguayo, Tabaré Vázquez, con quien analizará una vasta agenda bilateral y el futuro del Mercosur, que según ambos Gobiernos debe dar más libertad comercial a sus socios.
Según una nota difundida por la cancillería brasileña, en vísperas de la visita de Vázquez, “los presidentes discutirán el avance de los principales proyectos de integración bilateral y temas regionales y multilaterales, con énfasis en el Mercosur”.
El comunicado no profundiza en el asunto, pero fuentes oficiales dijeron que uno de los temas en relación al bloque será la coincidencia que existe ahora entre Brasil y Uruguay en el sentido de que se debe revisar la llamada Decisión 32/2000 del Mercosur.
Esa norma adoptada hace quince años establece que los socios del bloque que integran Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela (este último desde 2011) deben negociar todo acuerdo comercial en conjunto, lo cual para sectores empresariales constituye una camisa de fuerza.
Uruguay y Paraguay, considerados los “socios menores” del bloque, han exigido flexibilizar esa norma durante años, pero hasta ahora se habían encontrado con los oídos sordos de Argentina y Brasil.
Sin embargo, en los últimos meses el Gobierno de Rousseff ha dado claras muestras de que esa norma perjudica su propia posibilidad de alcanzar una mayor apertura para su comercio exterior, que en 2014 cerró en rojo por primera vez en catorce años.
“No hay nada el mundo que cristalice a tal punto que impida hacer ajustes y darle a países, como Brasil, un mayor grado de libertad para ir en dirección de nuevos acuerdos”, declaró recientemente el ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Armando Monteiro.
Según el ministro, “el Mercosur es un casamiento indisoluble, pero eso no significa que no se pueda discutir la relación”.
La declaración fue muy bien recibida en Uruguay y en especial en relación al acuerdo comercial que el Mercosur negocia desde hace más de una década con la Unión Europea (UE), que para muchos sectores se pudiera desbloquear si cada socio del bloque negociara por separado o a “velocidades diferentes”, como ha sugerido Monteiro.
“Brasil es un motor principal en estas negociaciones y vemos con satisfacción esta posición, en sintonía con lo que han pedido los Gobiernos de Uruguay y Paraguay”, declaró el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa.
Empero fuentes diplomáticas coincidieron en que el mayor obstáculo para esa flexibilización lo constituye Argentina, que en los últimos años ha buscado proteger a su alicaída industria con reiteradas medidas de corte proteccionista, protestadas incluso por sus propios socios del Mercosur.
No obstante, la nueva posición brasileña y el hecho de que este año habrá elecciones en Argentina alientan a sectores empresariales del Mercosur, como la Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil, que entre 2002 y 2010 fue presidida por el ahora ministro Monteiro y desde hace años pide más flexibilidad en el bloque.
Más allá de la situación del Mercosur, Rousseff y Vázquez harán un amplio repaso de la agenda bilateral, en la cual destacan las iniciativas de ambos Gobiernos en las zonas fronterizas para una mayor integración física y en áreas estratégicas, como la energía. También se estudiarán alternativas para potenciar el comercio entre ambos países, que el año pasado alcanzó la marca histórica de 4.900 millones de dólares.