La dramática escalada de violencia en el conflicto de Medio Oriente llegó de manera sorpresiva a las costas brasileñas, donde generó fuertes roces entre la administración de Dilma Rousseff y el gobierno de Israel, que calificó a Brasil de enano diplomático irrelevante por cuestionar los ataques israelíes en la Franja de Gaza.
La controversia comenzó cuando el Palacio de Itamaraty emitió un comunicado en el que informó que llamaba a consultas al embajador brasileño en Tel Aviv por considerar inaceptable las acciones militares israelíes, y abogaba por un cese del fuego inmediato entre israelíes y palestinos.
Condenamos enérgicamente el uso desproporcionado de la fuerza por Israel en la Franja de Gaza, del cual resultó un elevado número de víctimas civiles, incluidas mujeres y niños, señaló el comunicado.
La respuesta israelí no tardó en llegar, primero también a través de una nota oficial, en la que se quejaba de que Brasil ignoraba el derecho de Israel a defenderse de las actividades terroristas de Hamas.
Pasos como éste no contribuyen a promover la calma y la estabilidad en la región. Al contrario, dan respaldo al terrorismo y, naturalmente, afecta la capacidad de Brasil de ejercer su influencia, contestó la Cancillería israelí.
Sin embargo, su vocero, Yigal Palmor, fue mucho más allá en sus comentarios contra la postura del gobierno brasileño.
Ésta es una infeliz demostración de por qué Brasil, un gigante económico y cultural, se mantiene como un enano diplomático. El relativismo moral por detrás de esa medida transforma a Brasil en un aliado diplomático irrelevante, que crea problemas en vez de contribuir a soluciones, declaró Palmor.
Como era de esperar, sus palabras causaron gran malestar en Brasil. Mientras Rousseff evaluaba qué actitud tomar, dos de sus funcionarios reaccionaron con dureza.
Por el amor de Dios, a lo que estamos asistiendo es un genocidio, una masacre. Tanto es así que hasta altos funcionarios de las Naciones Unidas ya comienzan a hablar de crímenes de guerra, apuntó el asesor especial de la Presidencia para Asuntos Internacionales, Marco Aurelio García.
Por su parte, el canciller Luiz Alberto Figueiredo rechazó las acusaciones promovidas desde Israel y subrayó el peso internacional de su país.
Brasil es uno de los 11 países del mundo que mantienen relaciones diplomáticas con todos los miembros de las Naciones Unidas. Y tenemos un historial de cooperación y de acciones por la paz internacional. Si hay algún enano diplomático, con seguridad Brasil no es uno de ellos, dijo Figueiredo, para luego aclarar que Brasil no pretendía cuestionar el derecho de Israel a defenderse, sino sólo la desproporción de sus acciones militares.
El cruce de declaraciones oficiales no hizo más que aumentar el debate en Brasil sobre el conflicto en Medio Oriente. En tanto la embajada palestina en Brasilia aplaudió la posición tomada por el gobierno de Rousseff, la comunidad judía brasileña expresó su indignación ante las críticas brasileñas.
Brasil tomó medidas justas y eso es importante porque Brasil tiene mucho respeto en el plano internacional. Cuando Brasil reconoció el Estado de Palestina, otros países adoptaron la misma postura. Esperamos que ahora otros países latinoamericanos sigan el mismo camino, opinó el ministro consejero de la embajada palestina, Salah el-Qatta.