El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha ordenado suspender todo contacto diplomático con el gobierno de Nicolás Maduro, en un nuevo giro de su ofensiva contra el régimen venezolano. Según reveló The New York Times, el mandatario instruyó a su enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, a detener cualquier acercamiento o conversación con el chavismo.
La decisión, adoptada el pasado jueves, llega en medio de la creciente tensión militar entre Washington y Caracas. “Veremos en qué consiste la fase dos”, declaró Trump el domingo, al insinuar una posible extensión de las operaciones estadounidenses más allá de las aguas del Caribe. Poco después, durante un acto en honor a la Marina, el republicano sugirió que podría considerar una intervención terrestre “contra los carteles y sus aliados”.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó el viernes un nuevo ataque extrajudicial frente a las costas venezolanas, en el que cuatro personas murieron tras la explosión de una lancha presuntamente vinculada al narcotráfico. “Eran narcoterroristas”, afirmó Hegseth, sin presentar pruebas.
En las últimas semanas, Washington ha realizado al menos cuatro ataques similares sin mostrar evidencias sobre quiénes viajaban a bordo ni qué transportaban. Según estimaciones de medios estadounidenses, al menos 21 personas han muerto en estas operaciones, que la Casa Blanca justifica como parte de una “guerra contra el narcotráfico” declarada unilateralmente por Trump.
El mandatario considera a Maduro el líder del Tren de Aragua y del Cartel de los Soles, organizaciones catalogadas por el Departamento de Estado como “terroristas designadas”. En agosto, el Departamento de Justicia duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura del presidente venezolano, acusado en Nueva York de conspiración para el narcotráfico.
Fuentes militares citadas por The New York Times señalan que la Administración Trump tiene listos varios planes para escalar la presión, incluso forzar un cambio de régimen en Caracas. “Maduro es un líder ilegítimo y un fugitivo de la justicia”, habría reiterado el secretario de Estado Marco Rubio, uno de los principales impulsores de la línea dura contra Venezuela dentro del Gobierno.
Grenell, quien asumió el cargo en enero y declaró que “la diplomacia está de vuelta”, ha recibido ahora la orden opuesta. Con la nueva instrucción de la Casa Blanca, la vía diplomática entre Washington y Caracas vuelve a quedar completamente cerrada.