Las autoridades brasileñas recibieron este miércoles unas 21 obras de arte que habían sido destrozadas durante los levantamientos del 8 de enero en Brasilia que acabaron con cientos de detenciones de supuestos seguidores del expresidente Jair Bolsonaro y condenas por atentar contra la democracia.
En el segundo aniversario de lo que el Gobierno brasileño del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y magistrados como el juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Alexandre De Moraes calificaron de golpe de Estado fallido, 21 obras de arte acaban de ser restauradas.
No estamos aquí para lamentar y mucho menos para olvidar. Estamos aquí para celebrar y fortalecer la democracia, y para entregar al pueblo brasileño su patrimonio plenamente restaurado, declaró la Primera Dama brasileña, Janja da Silva.
Una de las piezas más importantes es el histórico reloj de sobremesa que perteneció al rey portugués Joao VI, que fue captado por las cámaras de seguridad cuando fue arrojado al suelo, sufriendo daños considerables.
Gracias a un acuerdo de colaboración con la embajada suiza, la joyería suiza Audemars Piguet, creada en 1875, se hizo cargo del coste de la restauración.
El resto de las obras (principalmente pinturas, jarrones, pequeñas esculturas y otras piezas ornamentales) se restauraron con dinero público, a un coste de 330.000 dólares, según se explicó.
Entre estas obras se encuentran un ánfora italiana de cerámica vidriada que se rompió en 180 pedazos y el cuadro Mulatas, de Emiliano Di Cavalcanti, que sufrió siete puñaladas durante los ataques.
De frente, la obra aparece ahora totalmente restaurada, pero el equipo de restauradores decidió dejar las marcas en la parte posterior, como cicatrices que ayuden a contar la historia y evitar que se repita, explicó el director del Instituto Nacional del Patrimonio Histórico, Leonardo Grass. Entre las piezas recuperadas se encontraba también el cuadro Las multas, de Di Cavalcanti.
El gesto recuerda a uno de los retratos más famosos del emperador brasileño Pedro II, expuesto en el Museo Histórico Nacional, que permanece restaurado, aunque muestra los daños causados en su rostro durante el periodo de la independencia.
Tras devolver las obras de arte, Lula y De Moraes participaron en un acto conmemorativo de los atentados, en el que destacaron la importancia de la democracia y el error de creer que los golpes eran cosa del pasado.