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Luis Lacalle Pou próximo presidente de Uruguay ungido por los máximos referentes del oficialismo

Martes, 26 de noviembre de 2019 - 18:40 UTC
Lacalle Pou asumirá el primero de marzo, al frente de una coalición multicolor de cinco partidos. Imagen: Sebastián Astorga Lacalle Pou asumirá el primero de marzo, al frente de una coalición multicolor de cinco partidos. Imagen: Sebastián Astorga
El aspirante oficialista celebra eufórico el casi empate técnico tras una campaña en que varios dirigentes le ralearon un respaldo determinante  El aspirante oficialista celebra eufórico el casi empate técnico tras una campaña en que varios dirigentes le ralearon un respaldo determinante

El Dr. Luis Lacalle Pou, joven legislador y heredero de una larga tradición en la historia política del país, es el próximo presidente del Uruguay. Si bien no es definitivo hasta que la Corte Electoral lo anuncie oficialmente en el correr de esta semana o a más tardar el lunes siguiente,

Lacalle Pou asumirá el primero de marzo, al frente de una coalición multicolor de cinco partidos, que con gran expectativa pondrá fin a quince años de interrumpido dominio, con mayoría legislativa, del Frente Amplio, otra coalición con un arco que se extiende desde una izquierda radical a una derecha dura, que propugnó una política socialmente dadivosa pero que también auspició el mundo de las grandes empresas y la concentración en los mercados.

Si bien la diferencia de votos entre Lacalle Pou y el candidato oficialista, ex alcalde de Montevideo Daniel Martinez se redujo a 29.000 sobre un total de 2.433.216 emitidos, y los votos observados suman 35.000, es casi imposible remontar esa distancia pues significaría que la mayoría de los observados tendrían que ir a Martínez, algo que estadísticamente jamás aconteció. En otras palabras lo más seguro es que la Corte Electoral confirme alguna diferencia mayor para el candidato de la oposición.

Dicho esto se debe reconocer la habilidad de Lacalle Pou, partiendo de un 29% de votos en la primera vuelta del ballotage alcanzó el 48.71% de votos, apenas por debajo del mágico 50% más uno, pero también distante del sumado matemático de los porcentajes de los socios de su coalición multicolor, es decir tendría que haber estado en el entorno del 52%, si se agregan el 12% de Colorados, 11% de Cabildo Abierto y 1.5% del partido Independiente y del partido por la Gente. Empero no fue así.

Igualmente meritorio lo de Martínez que trepó de un 39%, a 47.51%, pescando dentro de lo escasísimo que le dejó la coalición multicolor. Es evidente que hubo migración de retorno de votos al Frente Amplio y tampoco incidieron los votantes llegados de Buenos Aires que al principio, sin tener datos firmes, se manejaron cifras de hasta 50.000. Esto queda demostrado por el hecho que según cifras de la propia Corte, el domingo 24 de noviembre hubo 148 votos menos que en la primera vuelta del 27 de octubre, (2.433.364 contra 2.433.216).

Algunos comentarios al respecto, por primera vez desde que se impuso el sistema de ballotage, un candidato se lleva 17 de los 19 circuitos electorales, a excepción de Montevideo y Canelones, y en este último la diferencia a favor del oficialismo tampoco fue tan abrumadora como suele ser y confirma el clamor por un cambio de gobierno y de alternancia en el poder.

La coalición multicolor marcó por debajo de su potencial. Aún no está claro que sucedió pero se estima una migración de regreso de votos al Frente Amplio particularmente de una agrupación que debutó muy bien en las internas con una carita nueva, derrotando al viejo caudillo colorado. Pero rápidamente se confirmó el carácter autoritario de la carita nueva, novato en el oficio e inepto total en las negociaciones y convencimientos que demandan la tarea del eficiente ejercicio político.

Se menciona también el mensaje de un Senador electo de la república con fueros, ex comandante del Ejército y líder de Cabildo Abierto, quien supuestamente habría asustado a votantes, sobre todo a los jóvenes. Es difícil creer pues encuestas internacionales indican que la institución más reconocida en Uruguay son las Fuerzas Armadas y todos los nacidos en Uruguay a partir de 1985, solo conocen el sistema democrático. Una campaña del miedo auspiciada desde el propio Frente Amplio es posible que haya influido, pero fue muy sobre la última semana previo a la veda de 48 horas. La incógnita queda en el debe.

En cuanto al centelleo danzarín de Martínez y acólitos en el escenario montado por el Frente Amplio para los festejos de victoria, luego que la Corte dejara en suspenso un primer anuncio sobre quién ganó, fue en verdad un despliegue con mensajes a la interna del Frente Amplio y un desahogo del candidato, por el poco apoyo que le otorgaron algunos de sus dirigentes. En efecto en esa noche de celebración de una derrota, no estaban presentes ni Jose Mujica, ni Lucia Topolansky, dueños de la mayoría de la bancada saliente y entrante del Frente Amplio en el parlamento y con quien seguramente la coalición multicolor tendrá que negociar.

El problema es que Martínez ha sido algo díscolo en el funcionamiento de un regimentado Frente Amplio. En 2015 pulverizó las aspiraciones de la Sra. Mujica, Lucia Topolansky a la Intendencia de Montevideo y no asignó ningún cargo en el gabinete municipal a esa facción. Este año con el solo auspicio de un referente pesado del Frente Amplio, Danilo Astori, se presentó a las internas y se impuso. Luego rompiendo protocolo desconoció conformar el matrimonio de los dos más votados, y eligió de compañera de fórmula a una ignota desconocida cuyo discurso contra la propiedad privada, la tenencia de la tierra y los militares, obligaron a enmudecerla. Así fue que en la primera vuelta en octubre alcanzó un 39% de apoyo popular, la votación más baja de un candidato presidencial del Frente Amplio.

Por tanto no debe extrañar la explosión de vitalidad y entusiasmo eufórico en esa centelleante celebración martinezca, mientras que a unos dos kilómetros, los militantes de la coalición multicolor aguardaban ansiosos, con nervios de punta, banderas sin flamear, desde media tarde, convocados por el convencimiento de una pronta celebración por todas las encuestadoras uruguayas que daban una victoria de entre cinco y ocho puntos, el tan esperado anuncio que Luis Lacalle Pou había sido electo presidente. Tras que la Corte, sobre media noche del domingo, informara de la dilación de resultados dado el estrecho margen, casi un empate técnico, el candidato salió a saludar y en un breve discurso, cauto y respetuoso aceptó los estribillos de “presidente, presidente”, aunque aclaró que “lo dicen Uds., no lo digo yo”.

Pero también reveló que lo había llamado el presidente Tabare Vázquez para felicitarlo pero por razones obvias, el anuncio de la Corte, y el no reconocimiento de Martínez, no podían hacer público lo que era inevitable y ya se sabía, Lacalle Pou próximo presidente del Uruguay.

Concluyendo, la llamada de Vázquez, la ausencia de Mujica y Lucía del tablado y las múltiples declaraciones de distintos referentes de la coalición de gobierno, confirmaron el propio domingo, mucho antes que la cautelosa Corte Electoral que tras quince años el arco político que había llegado en 2005 con tanto entusiasmo y esperanza renovadora se había agotado y agostado, dando lugar a una coalición multicolor de cinco partidos.

Categorías: Política, Uruguay.