Hace unos meses pocos habían oído hablar de Juan Guaidó, pero en un abrir y cerrar de ojos el delgado ingeniero industrial se convirtió en la mayor esperanza de la oposición política en Venezuela para forzar un cambio de gobierno.
Nacido hace 35 años en un humilde hogar en la costa del Caribe venezolano, Juan Guaidó se autoproclamó el miércoles presidente encargado del país petrolero gobernado por el impopular Nicolás Maduro, que consideró la jugada como un intento de golpe de Estado.
Designado jefe del Congreso opositor de Venezuela el 5 de enero, Guaidó en menos de un mes llenó el vacío en el liderazgo de la desarticulada oposición y convenció a cientos de miles de venezolanos de volver a las calles.
Su desafiante anuncio del miércoles fue respaldado casi de inmediato por la Casa Blanca y otros gobiernos de la región, que no reconocen a Maduro como mandatario después de que ganara unas cuestionadas elecciones el año pasado en las que aseguran no hubo garantías democráticas para que la oposición se presentara.
Guaidó viene del ala más radical de la coalición opositora, del partido Voluntad Popular que lidera Leopoldo López, quien cumple con arresto domiciliario desde hace años. La agrupación también ha perdido muchos dirigentes que partieron al exilio.
Antes de llegar al Congreso como diputado, no había ocupado ningún cargo público. Pero milita en política desde que asistía a la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, desde donde partió a Estados Unidos para hacer una maestría en gestión pública en la universidad George Washington.
Como orgulloso nieto de oficiales de la Guardia Nacional y la Naval, Guaidó ha hecho llamados en las últimas semanas a una reconciliación entre opositores y militares en busca de presionar a Maduro. Para ello ha ofrecido garantías y amnistía a funcionarios y soldados que no acaten sus órdenes.
Casado y con una hija de un año y medio, hoy no se sabe dónde se encuentra el político después de haberse autoproclamado presidente encargado, pero ha seguido mandando tuits.
Mostrando una calma digna de políticos más experimentados, Guaidó, enfundado en sus jeans, con un saco azul y una camisa blanca, dijo en el acto que no temía ir a la cárcel como pasó con otros opositores que se enfrentaron al Gobierno.
Guaidó es el mayor de seis hermanos y un sobreviviente de un trágico y gigantesco deslave que arrasó localidades enteras del estado Vargas en 1999, incluyendo su natal Caraballeda. Le gusta escuchar salsa y es fanático del equipo de béisbol de su estado, Tiburones de La Guaira.
Hace unos días, cuando el diputado volvía a su pueblo fue detenido brevemente por agentes de los servicios de inteligencia, que según el gobierno actuaron sin permiso de sus superiores y fueron destituidos.
Apenas fue liberado, el dirigente se presentó en una tarima con heridas en sus muñecas por el forcejeo con los funcionarios para insistir que no se escondería ni huiría.
“La violencia es el arma del usurpador, con la que pretende confundirnos y separarnos. Ante eso, nosotros solo tenemos una acción clara: seguir unidos y firmes por una Venezuela democrática y libre”, escribió el diputado en Twitter un día antes de proclamarse mandatario interino.