El ex activista italiano de extrema izquierda Cesare Battisti, detenido el sábado en Bolivia, hará una escala en Brasil antes de ser extraditado a Italia, donde fue condenado a cadena perpetua, afirmó el domingo el ministro del Gabinete de Seguridad Institucional brasileño.
Va a pasar por Brasil. Solo queda definir el plan de vuelo, aseguró el ministro Augusto Heleno a periodistas en Brasilia, tras una reunión con el presidente Jair Bolsonaro y otros miembros del gobierno, sin precisar la ciudad donde hará escala el italiano.
El general retirado Heleno, uno de los hombres con más peso en el gobierno de Bolsonaro, indicó que un avión brasileño irá a buscar a Battisti a Bolivia para llevarlo a Brasil, de donde huyó ante la amenaza de extradición a Italia. Se detiene en Brasil, como si fuera una escala. Pero no es realmente una escala, puesto que tendrá que cambiar de avión para proseguir su viaje hacia Italia, precisó el ministro.
Roma envió un avión hacia Sudamérica a primera hora del domingo para buscar a Battisti, cuya extradición lleva años reclamando Italia. Heleno, al que le preguntaron si el presidente Bolsonaro iba a intentar sacar provecho de la extradición del italiano, respondió de forma categórica: ”No intenta en absoluto capitalizar (esa situación). Sólo quiere expulsar a un bandido, eso es todo”.
Battisti, de 64 años, prófugo desde el mes pasado cuando huyó de Brasil, fue capturado en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Ex miembro del grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) durante los años de plomo en Italia (marcados por atentados de organizaciones de derecha y de izquierda, entre ellas las Brigadas Rojas) Battisti fue juzgado en ausencia en 1993 y condenado a perpetuidad por cuatro homicidios y complicidad en otros asesinatos a finales de los años 1970.
Vivía en Brasil desde 2004 tras haber pasado cerca de 15 años en Francia. En Brasil el gobierno de Lula y Rousseff le consideraban un refugiado político. Siempre ha defendido su inocencia. El 13 de diciembre, un juez de la Corte Suprema de Brasil ordenó el arresto del italiano con vistas a su extradición. Al día siguiente, el predecesor de Bolsonaro, Michel Temer, firmó la orden de extradición. Pero las autoridades brasileñas lo buscaron en vano durante un mes, hasta el anuncio de su captura en Bolivia.