A falta de mano de obra calificada en algunos sectores y regiones, Alemania se ha abierto a la búsqueda acuciante de trabajadores fuera de la UE. El desafío se plantea en momentos en el que la extrema derecha ha convertido la migración en un asunto políticamente ultrasensible.
El paquete legislativo, inédito en Alemania y que aún debe pasar por el Parlamento, facilita a los trabajadores de fuera de la Unión Europea con formación media y alta acudir a Alemania a buscar trabajo en determinadas condiciones.
La iniciativa abre además la puerta a que se puedan quedar los demandantes de asilo rechazados pero que ya estén integrados en el mercado laboral. “Necesitamos mano de obra de terceros países para asegurar nuestra prosperidad y ocupar los puestos vacantes”, ha asegurado el ministro del Interior, Horst Seehofer, conocido por su política de línea dura con la inmigración.
La falta de mano de obra es una de las mayores preocupaciones de los empresarios alemanes, según revelan las encuestas, sobre todo en algunas regiones del sur del país y en polos industriales en el norte. Alemania registra una tasa de desempleo del 4,8%, la cifra más baja desde la reunificación del país. Las cifras del Instituto para la Investigación del Mercado de Trabajo y el Empleo (IAB), dependiente del ministerio de Trabajo, indican que hay 1,2 millones de puestos de trabajo vacantes en el país. Los puestos efectivamente dados de alta en las agencias de empleo en noviembre ascienden a 807.000 (35.000 más que el mismo mes del año anterior), en un momento en el que la economía de la primera potencia de la Unión Europea goza de una salud envidiable.
La integración laboral de los refugiados avanza, aunque los expertos advierten de que hará falta tiempo. El jefe de la patronal BDA, Ingo Kramer, indicó recientemente que de los demandantes de asilo que recalaron en el país a partir de 2015, 400.000 están trabajando o participan en algún programa de formación profesional como aprendices. “Es un proceso lento, en ocasiones son gente que no habla una palabra de alemán y muchos de ellos procedentes por ejemplo de Afganistán o Somalia, donde no han tenido una escolarización”, explica el experto de la OCDE Thomas Liebig.
La llegada de refugiados a Alemania ha polarizado a un país que en un primer momento les recibió con los brazos abiertos en los andenes de las estaciones, pero en cuya opinión pública, con el paso del tiempo, la cuestión del asilo ha creado importantes grietas, lo que ha desbaratado los equilibrios políticos existentes hasta el momento.
A la falta de trabajadores se suman las previsiones demográficas, que alertan de un acentuado envejecimiento de la población en Alemania. Esas proyecciones afectarán también al este de Europa, de donde proceden buena parte de los trabajadores extranjeros en Alemania y cuya llegada se prevé que disminuya en los próximos años.
“Estos países se están convirtiendo en países de inmigración. Hay que buscar trabajadores fuera la UE”, explica a este diario Thomas Liebig, experto en asuntos migratorios de la OCDE.
El texto legislativo permite a ciudadanos extracomunitarios acudir a Alemania a buscar trabajo durante seis meses siempre que tengan la formación necesaria, conozcan el idioma y tengan los medios para subsistir durante ese tiempo. En el caso de las personas con permisos temporales como los demandantes de asilo rechazados, deberán demostrar que llevan al menos 18 meses trabajando en Alemania y que no tienen un historial delictivo.