El discurso dado este lunes por la mañana por el Presidente argentino Mauricio Macri, en el cual anunció las nuevas medidas políticas y económicas que tomará frente a la crisis cambiaria que afecta a su país no dejó indiferente a nadie. Su mensaje, cargado de críticas a sus antecesores, pero también de llamados a la unidad y a entender los difíciles momentos que se viven, ha generado diversos análisis.
Uno de los puntos más comentados fue que, por primera vez, el Mandatario argentino decidió hablar de crisis, dejando de lado eufemismos como tormenta para referirse a la situación actual en su país.
La realidad se lo llevó puesto y, pasada la mitad del discurso, Mauricio Macri no tuvo más remedio. Reconoció la 'crisis' y, como sello propio, arengó: 'Tiene que ser la última', dice Eduardo Paladini en el diario Clarín. No obstante, en la publicación se destaca que, durante los 25 minutos de discurso, hubo también autocrítica, más allá del repetido 'exceso de optimismo', que no califica como tal. Macri le pegó al 'gradualismo' que le aconsejó desde su asunción quizás el dúo más influyente en sus decisiones: el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el consultor Jaime Durán Barba.
Opinión similar tiene Claudio Jacquelin, de La Nación, quien sostiene que, de parte de Macri no hubo una autocrítica expresa en el discurso presidencial sobre su gestión, aunque sí de facto asumió errores y expresó definiciones que muchos le reclamaban que hiciera desde el comienzo de su mandato, como hablar crudamente de la herencia recibida.
Otro punto que destacó Clarín fue la serie de referencias que hizo el mandatario a su antecesora, Cristina Fernández, a quien responsabilizó de gran parte de esta crisis. El Presidente buscó alejar fantasmas propios y agitar los ajenos, tituló.
De este modo, Macri intentó reavivar fantasmas ajenos: la posible vuelta de Cristina. Mencionó varias veces las palabras 'corrupción', 'cuadernos', 'miedo' y el infaltable 'Venezuela'. Tanto que por momentos pareció un discurso de campaña.
En esa línea, Claudio Scaletta, de Página/12, enfatiza que lo insólito de la caracterización y ataque a la oposición es que convive con el pedido de compromiso 'a todos los sectores de la sociedad' incluidos los principales líderes opositores.
Al parecer el oficialismo pretende construir una oposición a su imagen y semejanza centrada en la fracción de la derecha peronista y pan-peronista, minoritaria en las urnas. Un llamado a la unidad por lo menos singular, donde los que no están de acuerdo serían corruptos, agrega.
Por su parte, el columnista del diario La Nación José Luis Brea sostuvo que los argentinos se levantaron esta mañana para escuchar que el país está otra vez en emergencia económica, esa que se había declarado superada el 6 de enero de este año cuando el Gobierno decidió no renovar la ley homónima tras 16 años de vigencia. También para recibir un nuevo pedido de sacrificio y la promesa de que esta vez sí será diferente y se podrá superar la adversidad.
Es por eso que, afirmó, ahora el desafío del Gobierno también será el de lograr credibilidad en una sociedad que tiene sobre sus espaldas casi medio siglo de crisis recurrentes, rodrigazos, hiperinflaciones, tequilas, ruptura de contratos y emergencias. Un récord difícil de igualar que nos separa del resto de los países emergentes.
No obstante, Brea enfatiza que la pregunta ahora es si están dadas las condiciones políticas, económicas y sociales para que las medidas anunciadas y el pedido de esfuerzo tengan eco en la sociedad argentina y en los mercados.