Mostrando envases de medicamentos vacíos y siluetas de calaveras hechas con cartón, pacientes venezolanos con VIH protestaron en Caracas frente al Ministerio de Salud para denunciar la escasez total de antirretrovirales. “¡Que el ministro baje ya!”, “¡Ten dignidad, renuncia!”, exigían en coro unos 3000 enfermos.
Un cordón policial les impidió el acceso al edificio en el centro de Caracas, desatándose forcejeos. A la manifestación se sumaron trasplantados renales y otros pacientes con cáncer, Parkinson, hemofilia y enfermedades mentales.
Mauricio Gutiérrez, de 54 años, aseguró que, en materia de atención sanitaria, Venezuela “retrocedió a los años ‘80”, década en la que se empezó a tener información sobre la pandemia del Sida.
“Se mueren personas con VIH por falta de tratamiento como ocurría en esa época”, sostuvo Gutiérrez, diagnosticado con el virus hace 26 años. Las farmacias del gobierno -únicas que dispensan antirretrovirales por su alto costo- “están desiertas”, contó Arturo Brito, portador de 58 años.
“Más de 80.000 personas con VIH y Sida se encuentran afectadas y en peligro por el 100% de desabastecimiento de antirretrovirales y fármacos para el tratamiento de infecciones oportunistas asociadas” a esas enfermedades, señaló en un comunicado la ONG Red Venezolana de Gente Positiva.
El presidente de la Federación Farmacéutica, Freddy Ceballos, tildó de “crítica” la situación de pacientes con afecciones crónicas como VIH. “No hay medicamentos para ellos”, aseguró.
La hiperinflación, que en 2018 trepará a 13.864,6%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), es otro agravante.
“Muchos simplemente no pueden pagar sus medicinas”, subrayó Ceballos, al indicar que unas 125 farmacias han cerrado en el último año.
Un comunicado suscrito por medio centenar de ONG de derechos humanos indica que la escasez de antirretrovirales “data de 2009”. Una sentencia de la Corte Suprema ordenó en 1999 al Estado suministrar de manera gratuita el tratamiento contra el VHI y el Sida, pero su entrega prácticamente está paralizada por los graves problemas de liquidez del gobierno.
Desplegando un cartel con la lista de fármacos que dejó de ingerir, Angela Delgado, de 57 años, contó que debido a ello a fines de 2017 tuvo neumonía y ahora atraviesa un cuadro de cirrosis hepática.
“Las enfermedades oportunistas llegan si no se toman los antirretrovirales”, advirtió Delgado, contagiada hace 25 años por su esposo, ya fallecido.
“¡Será que me toca esperar la muerte!”, exclamó con la voz quebrada. Para adquirir los fármacos fuera del país se necesitarían unos 1.000 dólares al mes, sostiene César Steele, de 51 años. “Vivo una situación económica pésima. Tengo miedo a morir”, confesó.