El príncipe Felipe, el marido de 96 años de la reina Isabel II, abandonó el miércoles la vida pública tras una aparición final en solitario en un acto oficial. De esta forma puso fin a una carrera real marcada por ocasionales metidas de pata que le pusieron en apuros.
Felipe, duque de Edimburgo, asistió a un desfile de la Marina Real en el Palacio de Buckingham y se reunió con militares que participaron en una carrera para recaudar dinero para la Royal Marines Charity.
Aunque es conocido por comentarios a menudo subidos de tono que han acaparado titulares, el príncipe ha estado junto a la reina durante sus 65 años en el trono y ella lo ha descrito como mi fortaleza y mi sostén.
Anunció su retirada en mayo de este año, después de completar más de 22.000 actos oficiales en solitario a lo largo de siete décadas.
Tanto la reina, de 91 años, como el príncipe Felipe han reducido sus apariciones en los últimos años, pasando muchas de sus responsabilidades al hijo y heredero príncipe Carlos y a los nietos, los príncipes Guillermo y Enrique.
Felipe se casó con Isabel en la Abadía de Westminster en 1947 y la pareja celebra su 70 aniversario de boda en noviembre.
Locuaz, irascible e intensamente reservado, Felipe, ex oficial naval de origen griego, adquirió fama por realizar ocasionales comentarios bruscos y a veces políticamente incorrectos en actos ceremoniales a los que asistió.
Un comentario aislado sobre ojos rasgados durante una visita a China en la década de 1980 se convirtió en símbolo de sus bruscos y a menudo imprudentes modales.