Lenín Moreno fue investido este miércoles por el Congreso como presidente de Ecuador para el período 2017-2021, sucediendo a Rafael Correa, de su mismo partido. Moreno, licenciado en Administración Pública de 64 años de edad y quien reemplazó a su copartidario Rafael Correa -que estuvo en el poder desde 2007-, tomó juramento ante José Serrano, titular de la unicameral Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo.
El nuevo mandatario ecuatoriano, quien sufre una paraplejia a causa de un balazo que recibió en la espalda durante un asalto, fue entre 2007 y 2013 vicepresidente de Correa, que promovió el denominado socialismo del siglo XXI en Ecuador, que pasa por dificultades económicas.
“Queda usted constitucional y legalmente posesionado como presidente de los ecuatorianos”, expresó Serrano al tomar juramento en la sede legislativa en Quito, ante la presencia de una decena de mandatarios latinoamericanos, entre ellos Mauricio Macri de Argentina. Horacio Cartes de Paraguay, además de los de Bolivia, Colombia, Chile, Guatemala y Perú.
Moreno ganó el balotaje de abril con 2,3 puntos porcentuales más que el opositor Guillermo Lasso, y tiene por delante el desafío de continuar con el legado de Correa y su revolución ciudadana. En su programa de gobierno Moreno declara que “la pasión por la vida nos obliga a profundizar los cambios logrados, defender los avances sociales”
Respaldado por la temporal bonanza petrolera, Correa privilegió la inversión y la equidad social, mantuvo subsidios para los combustibles y la electricidad y amplió los bonos económicos para los pobres durante la década de su revolución ciudadana, que afronta ahora dificultades económicas.
La deuda externa trepó en 150% (a US$ 25.680 millones, 26,3% del PIB) en la última década, según cifras oficiales. La economía decreció 1,5% en 2016 y el precio del crudo, principal producto de exportación, cayó del récord de 98 dólares por barril en 2012 a 35 en 2016. En el primer trimestre de este año, la cotización mejoró a 45 dólares por barril.
El modelo de Correa, llamado revolución ciudadana o socialismo del siglo XXI, basado en un Estado interventor y disciplinador de la sociedad, “está en crisis” y “requiere una bonanza económica para sostenerse”, opinó Pablo Ospina, analista de la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito.
Para el politólogo Simón Pachano, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito, la perspectiva para Moreno “va a ser muy difícil sobre todo por la situación económica”, que llevó al país a la recesión en los últimos trimestres, aunque Correa indicó que la economía ecuatoriana está en proceso de recuperación.
Y Pachano pone en duda que el nuevo presidente logre mantener los niveles de inversión social de Correa, que asegura haber reducido la pobreza de 36,7% en 2007 a 22,9% en 2016 y la miseria de 16,5% a 8,7%.
Moreno aspira alcanzar una economía sostenida en la eficiencia y el adecuado manejo de los recursos, que encuentre sustento en la justicia social y la equidad tributaria, para lo que plantea que quienes más tienen más contribuyan.
El nuevo mandatario anunció el martes su gabinete integrado por empresarios, dirigentes sociales y funcionarios de Correa, como María Fernanda Espinosa y Miguel Carvajal, quienes serán canciller y ministro de Defensa, respectivamente.
Moreno, quien eliminó seis ministerios coordinadores como el de Política Económica, entregó la cartera de Finanzas a Carlos De la Torre, ex asesor del Banco Central, y la de Hidrocarburos a Carlos Pérez, ex directivo de la petrolera estadounidense Halliburton en América.
Por su parte la oposición recuperó terreno al aumentar su presencia en el Parlamento (de 137 bancas), en la que el oficialismo dejó de tener la mayoría calificada de dos tercios para reformar la Constitución. El oficialismo ahora tiene una mayoría frágil de 74 escaños, frente a los 100 del periodo 2013-2017.
“Seré el presidente del diálogo”, anticipó Moreno quien sobrevivió varios años junto temperamental Correa.
Correa, en el poder desde enero de 2007 tras ser elegido en tres ocasiones (las dos últimas en primera vuelta), anticipó que se dedicará a su familia y a la academia, sin descartar el regreso a la política. “Me voy con el corazón repleto de gratitud con mi pueblo, que nunca nos falló”, expresó el mandatario saliente el lunes en su cuenta en Twitter.