El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, renunció a su cargo, luego que el Comité Federal de la organización rechazara su propuesta de realizar un congreso extraordinario.
El ahora ex dirigente socialista encabezó el sábado una reunión del Comité Federal del PSOE para impulsar elecciones internas y un congreso extraordinario, pero sus críticos se impusieron en la votación, al rechazar su propuesta por 132 votos contra 107.
El partido está dividido entre Sánchez y una parte del PSOE, que plantean mantener el voto en contra de la investidura presidencial del conservador Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), y los que piden abstenerse y permitir la formación del gobierno de la derecha.
El voto en contra de Sánchez era el principal obstáculo para que Rajoy renovara su mandato, tras dos elecciones celebradas en diciembre y en junio, que por falta de mayoría parlamentaria no ha podido conformar.
Los principales opositores a Sánchez están encabezados por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y otros dirigentes, que impulsaron la creación de la Comisión Gestora para cambiar el rumbo de la política del partido.
El hasta el sábado líder socialista había atado su futuro a que se aprobara su plan de convocar primarias el 23 de octubre y un congreso extraordinario con la intención de reforzar su liderazgo, al verse fuertemente cuestionado por un sector de su partido, en su mayoría barones territoriales, que abogaban por una abstención del PSOE ante un gobierno de Rajoy.
Al PSOE le espera una larga y durísima travesía en el desierto. Se consumó lo previsto, Mariano (Rajoy) puede dormir tranquilo, reaccionó en un tuit el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, del lado de Sánchez.
Mientras los conservadores se mantenían silencio, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, reaccionó anunciando que en el PSOE se imponen los partidarios de dar el gobierno al PP.
La batalla entre las dos facciones en pugna fue fratricida, al punto que había pocas esperanzas de que la batalla tuviera una resolución inmediata luego de que las fuertes diferencias internas paralizaron durante horas el cónclave.
La rebelión contra Sánchez estuvo encabezada por los dirigentes territoriales con responsabilidad de gobierno y ligados a la vieja guardia del PSOE, que se resiste a aceptar el rumbo que tomó Sánchez, quien heredó un partido en caída libre que no supo levantar.
El desgaste electoral de los últimos meses sumado a las dificultades para formar gobierno provocaron un terremoto en el PSOE. Sánchez encadenó dos derrotas electorales consecutivas a nivel nacional -20 de diciembre y 26 de junio- en las que logró resistir al partido izquierdista Podemos, pero los recientes comicios de Galicia y el País Vasco, en los que el PSOE se hundió, supusieron un golpe definitivo para su liderazgo.
Los críticos creían que ya estaba acabado y que el PSOE debería abstenerse para permitir la formación de un gobierno para recién después, desde la oposición, abocarse a la reconstrucción del partido con un nuevo líder.
Por el contrario, sus fieles consideraban que avalar al PP de Rajoy, manchado por la corrupción, sería herir de muerte al PSOE, de ahí que pretendían obtener una mayoría alternativa, que era difícil pero los llevaría a unas terceras elecciones con la tranquilidad de que fueron los nuevos partidos los que dijeron no”, y así podrían resistir.