Keiko Fujimori, la candidata favorita para ganar la presidencia de Perú, enfrentará en las elecciones del domingo a nueve rivales, pero su mayor obstáculo para llegar al poder será la propia herencia política de su padre. En efecto la ex legisladora encara un rechazo creciente de un sector de la población que no perdona los delitos del ex presidente Alberto Fujimori, preso por corrupción y abusos a los derechos humanos.
La candidata de centroderecha de 40 años ha mantenido durante dos años un apoyo electoral constante de casi un tercio del electorado. Eso le permitiría salir primera en los comicios del 10 de abril, pero sin los votos suficientes para consagrarse y para evitar un balotaje el 5 de junio, según varias encuestas.
En las últimas encuestas estaba en torno al 38%, en tanto sus inmediatos seguidores computaban en el entorno del 15%, Pedro Pablo Kuczynski (conservador pro empresariado), y Verónika Mendoza, (izquierda populista).
Cuando se postuló en el 2011, a Fujimori se le escapó la presidencia en una segunda vuelta tras una campaña en la que defendió la gestión de su padre, que gobernó con mano dura entre 1990 y el 2000.
Ahora, para distanciarse de él, firmó el domingo al final de un debate trasmitido por televisión una lista de siete promesas de que no repetirá la postura autocrática de su padre.
Mirando a los ojos al Perú firmo este compromiso de honor, dijo Fujimori. Sé mirar la historia de mi país, sé que capítulos se deben repetir y tengo muy claro cuáles no.
Muchos peruanos han marchado por las calles de Lima y del interior del país en los últimos días para rechazar a Fujimori porque sienten que fue favorecida por el jurado electoral, que la eximió de acusaciones de violar las normas electorales por presuntamente regalar dinero en campaña.
En la recta final de las elecciones, Fujimori ha tenido problemas para calmar los temores de que va a reactivar una política autoritaria al estilo de su padre, condenado a 25 años de prisión.
Y mientras tanto, una de sus posibles rivales en un balotaje, la candidata de izquierda Verónika Mendoza de 35 años, ha escalado en la intención de voto con un discurso contra Fujimori.
Para poner paños fríos a la protesta Fujimori renegó del quiebre democrático de su padre: ¡Nunca más un 5 de abril!, exclamó al cierre de su intervención en el debate.
La hija mayor de Fujimori tuvo su mejor momento político en el 2006, cuando fue elegida parlamentaria con la mayor votación en parte debido a la fama que aún tiene su padre por haber sentado la bases del crecimiento económico local y derrotado a los rebeldes izquierdistas.
Pero sus críticos afirman que la candidata aún recibe órdenes de su padre y que lo indultará si gana las elecciones, algo que ella niega aunque insiste en que es inocente.
Para estas elecciones del 2016, Fujimori tuvo que retirar a tres políticos leales a su padre de su lista al Congreso y nombró a una respetada fiscal investigadora, para que se ocupe de todas las acusaciones de corrupción en un eventual Gobierno.
La gente no le cree el giro democrático que ha dado Keiko, eso se refleja en el anti/voto que tiene, dijo al respecto el sociólogo y analista político, Carlos Meléndez.
Un sondeo de la firma Ipsos revelada el domingo dijo que un 45% de encuestados afirma que definitivamente no votaría por Fujimori, un nivel que es mayor frente al 34% que tenía la candidata a inicios de año.
Lo más probable es una segunda vuelta el 5 de junio, de Keiko contra Kuczynski o Mendoza, pero la clave también es cuantos legisladores de las 130 bancas en juego obtendrá para poder gobernar. Eso lo decidirán los casis 23 millones de electores peruanos en las dos vueltas, pero la situación se plantea complicada para quien gane.
Keiko Fujimori ingresó a la política casi forzada a los 19 años, al asumir la función de Primera Dama en reemplazo de su madre Susana Higuchi, quien se divorció de Fujimori tras denunciar que los familiares del mandatario comercializaban donaciones provenientes de Japón destinadas a personas pobres.
La candidata presidencial, casada con el estadounidense Mark Vito Villanela, padre de sus dos hijas, ha sido también acusada de haber realizado sus estudios universitarios en Estados Unidos con fondos públicos, denuncia que finalmente fue archivada.
La acusación la hizo el mismo jefe de inteligencia del Gobierno de su padre, el ahora encarcelado Vladimiro Montesinos, quien solía grabar en video a todos los funcionarios, políticos, militares y jueces a los que sobornaba.