El ex presidente de Brasil Lula da Silva se libró por el momento del temido juez que lo investiga por corrupción y podrá dedicarse a reconstruir el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, que este jueves recibió el apoyo de miles de manifestantes. En efecto el Supremo Tribunal Federal (STF) aprobó una cautelar que quita la investigación sobre Lula da Silva (2003-2010) al magistrado de primera instancia Sergio Moro, a cargo del escándalo de Petrobras.
Aunque aún falta definir qué instancia juzgará las causas de Lula, investigado por presunta corrupción, la decisión constituye el primer revés de Moro, idolatrado por una parte de la población por sus investigaciones que llevaron a la cárcel a industriales de primer plano y a varios políticos.
Lula aguarda además que el STF le indique si finalmente puede asumir el cargo de jefe de gabinete, bloqueado por sospechas de que Rousseff quería ante todo otorgarle fueros privilegiados para ponerlo al abrigo de Moro, un juez de primera instancia.
La crisis política en Brasil estalló tras las revelaciones sobre el pago de sobornos por grandes constructoras a Petrobras y a políticos para amañar licitaciones. En medio de una grave recesión económica, Rousseff encara el impeachment, juicio político, con una coalición diezmada. El índice de aprobación de su gobierno es de apenas 10%.
El STF llevó a cabo sus debates en una jornada de movilizaciones convocadas en todo el país por el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Rousseff, por la Central Única de Trabajadores (CUT) y otros movimientos sociales, para denunciar el proceso de destitución que la oposición impulsa en el Congreso.
La mandataria, de 68 años, es acusada de haber manipulado los resultados de las cuentas públicas en 2014, el año de su reelección, y en 2015. Rousseff denuncia ese procedimiento como una tentativa de “golpe de Estado” institucional.
“¡No va a haber golpe!” , gritaron los manifestantes vestidos de rojo, con banderas y globos, en Brasilia, Sao Paulo, Rio de Janeiro y las principales ciudades de este inmenso país de 200 millones de habitantes, enarbolando pancartas que denunciaban “las mentiras de los medios” y una campaña “de odio”.
En Brasilia, la policía estimó que había 50.000 participantes, en tanto que los organizadores dijeron que había 100.000. Rousseff por su parte recibió por la mañana el apoyo de decenas de artistas, en un acto en el palacio presidencial de Planalto.
La cantante Beth Carvalho recordó en su intervención los combates de Rousseff contra la dictadura militar (1964-85) , durante los cuales fue encarcelada y torturada.
“Estamos unidos por el amor que hace que Dilma Rousseff se levante cada día con la frente erguida para luchar por un Brasil más justo, pese a todas las agresiones e injusticias cometidas contra ella.
El PMDB del vicepresidente Michel Temer, principal partido de la base aliada anunció esta semana que se bajaba del gobierno y esperaba que ministros y jerarcas que ocupaban cargos debieran renunciar. Pero hasta ahora ninguno de los seis ministros “pemedebistas” presentó su renuncia y el poderoso jefe del Senado, Renan Calheiros, dijo a la prensa que la decisión de la dirección del partido “no fue (...) un movimiento inteligente”.
En caso de que Rousseff sea destituida, Temer completaría su mandato hasta fines de 2018. Pero Lula y Rousseff se empeñan en impedir una estampida de sus demás aliados y, con cargos en la mano, negocian las inciertas fidelidades.
“El gobierno tiene una doble estrategia: recomponer la base aliada e impedir que el PMDB junte 342 votos” para aprobar el impeachment en la cámara de Diputados, indicó un asesor del gobierno que pidió el anonimato. Los 342 votos equivalen a las dos terceras partes de la Cámara, de 513 escaños.
El nuevo gabinete debía anunciarse en principio el viernes, pero las negociaciones llevarán varios días más, según diversos voceros.