En su cumpleaños número 89 Fidel Castro, y previo a la apertura oficial de la embajada de Washington en La Habana, el ex presidente reclamó “cuantiosos millones de dólares” a Estados Unidos que supuestamente le adeuda a la isla.
“Mientras tanto, se adeuda a Cuba las indemnizaciones equivalentes a daños, que ascienden a cuantiosos millones de dólares como denunció nuestro país con argumentos y datos irrebatibles a lo largo de sus intervenciones en las Naciones Unidas”, dijo Castro.
El padre de la revolución cubana no abundó sobre el espinoso tema de las compensaciones que Cuba y Estados Unidos, que restablecieron sus nexos diplomáticos el 20 de julio, se reclaman mutuamente por propiedades estadounidenses expropiadas tras el triunfo de la revolución cubana o los daños provocados por el embargo, vigente desde 1962 y que el presidente Barack Obama ha pedido al Congreso levantar.
Tampoco hizo referencia a la histórica visita que hará el viernes a la isla el secretario de Estado estadounidense John Kerry para reabrir formalmente la embajada de su país en la isla, ocho meses después de que Obama y Raúl Castro anunciaran el fin de medio siglo de hostilidades.
En su escrito, el primero que publica desde el 8 de mayo, Castro subrayó que ‘escribir es una forma de ser útil si consideras que nuestra sufrida humanidad debe ser más y mejor educada ante la increíble ignorancia que nos envuelve a todos, con excepción de los investigadores que buscan en las ciencias una respuesta satisfactoria”.
El cumpleaños de Castro, retirado del poder desde 2006 por razones de salud, es festejado este jueves (13 de agosto) en la isla con múltiples actividades y con la presencia del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien suele referirse al líder cubano como su “abuelo sabio”, y con Nicolás Maduro, mandatario venezolano.
El 13 de agosto también recuerda otro aniversario no tan digno de mencionarse, en efecto ese día pero en 1961, Alemania del Este levantó el ignominioso Muro de Berlín, dividiendo la capital germana, y que el pueblo desde ambos lados derrumbó el 9 de noviembre de 1989, poniendo fin al símbolo más oprobioso del imperio soviético y de la Guerra Fría.