Una fuerte ortodoxia económica, un acercamiento político a Estados Unidos y un decidido apoyo a las grandes empresas agropecuarias parece desprenderse del gabinete de ministros a los cuales tomara juramento la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, al iniciar este primero de enero su segundo mandato consecutivo de gobierno.
En efecto Joaquim Levy en Finanzas, un decidido partidario de cuentas equilibradas y austeridad, formado en Chicago se interpreta como un fuerte mensaje a inversores desilusionados con cuatro años de poco crecimiento y avance del sector público.
En la cancillería la titular del Ejecutivo brasileño sustituyó a Luiz Alberto Figueiredo por el actual embajador de Brasil en EE.UU., Mauro Vieira. El cambio supone un enroque, ya que Figueiredo deja el cargo para asumir la embajada de Brasil en Washington, hasta ahora ocupada por Mauro Vieira, quien también ha sido embajador en Argentina.
Esa alteración, que era objeto de conjeturas desde hace días, ha sido interpretada como un paso en favor de reforzar las relaciones con Estados Unidos, que a mediados de 2012 fueron ensombrecidas por un escándalo de espionaje denunciado por el ex-agente de la CIA Edward Snowden.
Pero uno de los nombramientos más polémicos ha sido el de la senadora Katia Abreu como ministra de Agricultura, que ha generado un fuerte rechazo del combativo Movimiento de los campesinos Sin Tierra (MST) y de todos los grupos indígenas del país.
Abreu, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), formación de centroderecha a la que pertenece el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, es ganadera y presidenta de la Confederación Nacional de Agricultura (CNA), patronal que representa a los grandes productores rurales del país. Pero además, como senadora y miembro de un grupo suprapartidario que defiende en el Parlamento los intereses de los terratenientes, ha sido una de las voces más duras contra los programas de reforma agraria y la creación de nuevas reservas indígenas.
También se supo que la reelecta Rousseff hizo los nombramiento con cierta cuota de temor debido al grave escándalo de corrupción descubierto en la mayor empresa del Brasil, Petrobras, del momento que se anticipa están implicados decenas de políticos que pertenecen a la base del partido oficialista o Partido de los Trabajadores. Además en su primer mandato, con parte de su gabinete heredado de su mentor político Lula da Silva, perdió a varios ministros por distintos hechos de corrupción.
Rousseff incluso solicitó información sobre algunos candidatos a ministros a la Fiscalía, pero ese organismo, responsable directo de la investigación en Petrobras, alegó que no podía satisfacerla pues el proceso se desarrolla bajo un estricto secreto judicial.
La composición del nuevo Gabinete con 39 ministros, también se vio dificultada por el deseo de Rousseff de otorgar espacios en el Gobierno a todos los partidos de su amplia y variopinta coalición, que abarca todo el espectro ideológico de la política nacional, incluida la derecha.