Por primera vez en una década la tasa de crecimiento del PIB de América Latina sería inferior a la del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), según informaron el Centro de Desarrollo de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Según esas estimaciones el crecimiento este año estaría en promedio por debajo del 1.5% y no se prevé una recuperación muy vigorosa para el 2015.
En el informe Perspectivas Económicas de América Latina 2015, los tres organismos instan a tomar medidas para abordar esta ralentización, destacando que, a pesar del progreso que se observa en la educación y en el desarrollo de las competencias, aún queda mucho por hacer para mejorar el nivel educativo y abordar las persistentes y profundas desigualdades socioeconómicas.
“Si deseamos evitar una década de bajo crecimiento económico en América Latina, debemos mejorar el nivel educativo, fortalecer las capacidades de los trabajadores e impulsar la innovación. Los formuladores de políticas deberán realizar esfuerzos significativos para lograr un crecimiento mayor y más equitativo”, dijo este martes el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, durante el lanzamiento de las Perspectivas, en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Veracruz.
Para satisfacer la creciente demanda de personal especializado, es necesario facilitar el cambio estructural a través de la diversificación de la estructura de producción hacia sectores con conocimientos especializados. De hecho, “sin una reestructuración a nivel de la producción, faltará un eslabón en la cadena que vincula la educación, la productividad y la innovación”, destaca Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.
Este eslabón cumple una función clave en la distribución de los ingresos. La diversificación permite la creación de empleos dignos y mejor remunerados, lo que genera, a su vez, menos informalidad laboral y subempleo-y, por lo tanto, menos desigualdad. En los próximos años, las políticas de aprendizaje y de diversificación deberían encabezar la agenda de América Latina y el Caribe.
“En ausencia de un entorno externo excepcionalmente favorable, la región necesita profundizar la integración regional y abordar los desafíos estructurales del desarrollo, para apuntalar su potencial de crecimiento, fundamentalmente en los temas de innovación y transformación productiva, y la educación y capacidades técnicas que estas requieren” expresó Enrique García, Presidente y Director Ejecutivo de la CAF.
La publicación destaca la existencia de una amplia brecha entre el rendimiento educativo de un estudiante de educación secundaria de América Latina y un estudiante de la OCDE: el equivalente a 2.4 años de escolarización adicional.
Asimismo, las desigualdades socioeconómicas influyen sustancialmente tanto en el acceso a la educación como en sus resultados. Solo un 56 % de los estudiantes de origen más modesto asiste a la educación secundaria, frente a un 87 % en el sector de mayor ingreso.
Las deficiencias en calidad de educación también se reflejan en la falta de capacidades y en los desajustes que existen en el mercado laboral, cuyo impacto afecta considerablemente la competitividad de las empresas latinoamericanas. Las firmas de la región enfrentan mayores desafíos que las de otras regiones en el mundo para encontrar empleados con las competencias adecuadas.
El informe revela que la probabilidad de que una empresa latinoamericana no encuentre los trabajadores con las competencias necesarias es tres veces mayor que para una empresa del Sudeste Asiático y trece veces mayor que para una empresa de la región de Asia Pacífico. Este problema se presenta en especial en sectores clave, como el sector automotriz y de maquinaria.
Para afrontar esta escasez de competencias, es necesario implementar políticas bien definidas en la educación pre-primaria, secundaria técnica y profesional. Los formuladores de políticas deben realizar mayores y mejores inversiones en educación pre-primaria, donde se desarrollan las principales competencias blandas, como la socialización y la perseverancia en la adquisición de conocimientos, conceptos que resultan de vital importancia para el mercado laboral. Asimismo, se necesitan asignar los recursos destinados a educación de una manera más progresiva, con el fin de reducir las desigualdades socioeconómicas.
Por otro lado, es necesario adaptar las prácticas en el aula para garantizar un mejor desempeño, incluyendo la ayuda de tutores, la gestión de las expectativas de los profesores y la motivación de los estudiantes. La mejora de la calidad también depende del control y de la evaluación, así como de la existencia de mejores estructuras destinadas a incentivar al personal docente.
Por último, el gobierno y el sector privado deberían trabajar en estrecha relación para vincular mejor la educación técnica y vocacional con la demanda de capacidades especializadas en una economía mundial en constante cambio.