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Rousseff quiere recomponer lazos con EE.UU., pero persisten suspicacias

Martes, 18 de noviembre de 2014 - 13:00 UTC
Poco después de ser reelecta Rousseff dijo al vicepresidente Joe Biden que quería retomar las discusiones para una visita de Estado formal Poco después de ser reelecta Rousseff dijo al vicepresidente Joe Biden que quería retomar las discusiones para una visita de Estado formal

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quiere mejorar los lazos con Washington y reagendar una visita de Estado que canceló el año pasado luego de las revelaciones de las actividades de espionaje de Estados Unidos. Pero algunos funcionarios estadounidenses advierten que no será tan fácil.

 Las discusiones en Washington sobre la nueva invitación a Rousseff reflejan el estado de la relación entre las dos mayores economías de América, que por mucho tiempo han sostenido visiones divergentes sobre diversos temas: desde el comercio hasta las situaciones en Venezuela y Cuba.

Poco después de ser reelecta, el 26 de octubre, Rousseff le dijo al vicepresidente estadounidense, Joe Biden que quería retomar las discusiones para una visita de Estado formal, según un comunicado de su despacho.

Pese a que algunos funcionarios del Gobierno estadounidense admitieron que estaban ansiosos por recibir la visita de la presidenta, otros opinan que ella primero debe mostrar voluntad en avanzar en acuerdos de comercio e inversión, ya que las visitas de Estado normalmente son acompañadas por un gran flujo de acuerdos bilaterales.

En septiembre del año pasado, Rousseff canceló su visita de Estado a Washington tras las revelaciones de que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos espió sus comunicaciones y las de millones de otros brasileños.

El escándalo además llevó a Brasilia a concederle al fabricante sueco Saab un contrato por aviones de combate, en desmedro de la estadounidense Boeing.

Desde entonces, diplomáticos de ambos países han trabajado para aliviar las tensiones. El estancamiento actual de la economía brasileña le está dando a Rousseff más incentivos para mejorar la relación con su segundo mayor socio comercial después de China.

Rousseff ha tomado algunas decisiones que han molestado a Estados Unidos. Por ejemplo, en marzo le ordenó a los diplomáticos brasileños que se abstuvieran en una decisión de Naciones Unidas que criticaba la anexión rusa de Crimea. En septiembre, criticó los ataques aéreos estadounidenses contra el Estado Islámico debido a que no fueron autorizados por la ONU.

Ese tipo de posiciones aumenta la percepción de que Brasil sintoniza más con países como Venezuela y Argentina, que con Estados Unidos. Pero el punto más difícil, y también el más prometedor, es el comercio.

Brasil y Estados Unidos comercializaron 71.000 millones de dólares en bienes en 2013 -cifra menor si se consideran los 200 millones de habitantes del país sudamericano y su creciente clase media.

La pertenencia de Brasil al Mercosur -que también incluye Argentina y Venezuela- le impide buscar pactos comerciales propios con otras naciones.

Pero muchos ejecutivos brasileños quieren que Rousseff le dé impulso al comercio y consideran que una visita a Washington es la mejor forma de conseguirlo.

“Esperamos que la visita de Estado se produzca más pronto que tarde porque será un catalizador para mejores relaciones”, dijo Federico Curado, presidente ejecutivo de Embraer, el tercer mayor fabricante de aviones del mundo. El mercado estadounidense representa un tercio de las ventas de Embraer.