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Falklands, Uruguay y el barrio que le tocó vivir: Qué bonita vecindad

Martes, 26 de noviembre de 2013 - 12:11 UTC
El Gobernador Haywood en uno de los jardines de invierno de la residencia oficial (Foto: Martín Otheguy) El Gobernador Haywood en uno de los jardines de invierno de la residencia oficial (Foto: Martín Otheguy)

Por Martín Otheguy (*) “Uruguay está en una situación difícil porque está en un barrio en el que Dios lo puso y no puede hacer mucho al respecto. Tienen los vecinos que tienen y deben vivir con ellos”, aseguró a Montevideo Portal Nigel Haywood, el gobernador de las Falklands/Malvinas, en una charla en la que habló de colonialismo, Mujica y otros asuntos.

 En la puerta de la casa del gobernador de las Islas Falklands -una gran residencia victoriana construida en 1845- ya no hay vestigios de la batalla de tres horas que destrozó parte de la entrada el 2 de abril de 1982. Los marines británicos mataron un soldado argentino e hirieron a varios en su intento por evitar la toma del lugar, mientras el gobernador Rex Hunt se escondía debajo de una mesa de lustre francés en su oficina, blandiendo una pistola Browning que en realidad no sabía usar.

El gobernador no se vio en la obligación de utilizar el arma y salió finalmente ileso tras claudicar ante la superioridad de las fuerzas argentinas, aunque los isleños aún recuerdan con cariño la imagen de Hunt -y su traje pomposo- dispuesto a repeler la invasión.

31 años después, su lugar es ocupado ahora por Nigel Haywood, un alto caballero inglés que disimula su verdadera edad con un look rejuvenecido a lo Dorian Gray y que habla con ironía mientras se repantiga en el sofá con elegancia casual.

Es difícil imaginarlo persiguiendo a la mariposa “Doncella de ondas rojas” de las islas o dedicado a la caza de la trucha con mosca, dos de sus hobbies principales durante su estadía en las Islas. Como gobernador, es el representante de la corona británica en el lugar, aunque él prefiere el mote de “ayudante” que le endilgaron alguna vez.

El de gobernador “es un título lo suficientemente carente de sentido como para poder entender cuáles son sus poderes o limitaciones, porque América tuvo sus gobernadores y aparte de autorizar la matanza de gente no se sabe muy bien qué hacían”, comenta irónicamente.

Haywood, que está a punto de abandonar el cargo (“aún no puedo hacerme a la idea”, aclara), habló con Montevideo Portal sobre cómo cambiarán las Islas si se desarrolla el negocio del petróleo, sobre la relación con Uruguay y, por supuesto, sobre Argentina y su influencia en la vida de las Malvinas.

Las Islas parecen a punto de cambiar por las prospecciones petrolíferas, ¿cómo cree que afectarán a la comunidad?

Está en manos de los Isleños. Es una decisión importante para los legisladores recientemente electos, que deberán analizar cuál es el impacto social que permitirán. Los estudios se están haciendo a mucha distancia de la costa y sería perfectamente posible compatibilizar la industria petrolera con la vida en Stanley. El único contacto que habrá con esa realidad se dará a través de helicópteros que irán hasta las plataformas, además de algo de trabajo de laboratorio. Y claramente habrá generación de trabajo y nuevos puestos calificados. ¿Es ese el camino a seguir? Estas son algunas de las cuestiones que los representantes deberán estudiar, y para la que no hay respuestas sencillas. Hay un mensaje obvio no dejar que la industria petrolera dañe el paisaje. Cuando el petróleo se acabe en treinta o cuarenta años todavía seguirán estando las Falkland Islands, y su principal atracción no será su actividad económica sino la conservación natural y el turismo.

Usted es un hombre que dice preocuparse por el medioambiente. ¿No tiene miedo justamente de que se dañe la naturaleza, como ha sucedido en otras partes?

No. Somos incurablemente optimistas y lo vemos con la mejor de las luces posibles. Hay un elemento muy fuerte de la gente que quiere proteger el medioambiente y eso incluye a los miembros de la Asamblea Legislativa. Las compañías petroleras también. No veo ningún daño potencial, porque será cuidadosamente controlado. No estamos en la etapa de permitir cualquier proyecto extravagante de petróleo sólo para sacar la ganancia y obtener riquezas lo antes posible.

En lo que quizá haya menos certeza es el impacto social. Está la cuestión de cómo cambiará la población y cómo controlar estas modificaciones. Todo eso es algo que está en manos de los representantes de las Islas, e insisto en el siguiente concepto porque en general no se entiende en Sudamérica u otros lados, comúnmente porque Argentina se encarga de que no sea entendido, y es la capacidad de autogobierno de las Falklands.

Hablaba de Argentina, que es un tema inevitable en las Islas. Nuestro presidente ha respaldado fuertemente los reclamos de Argentina por las Malvinas. ¿Cree que eso perjudica directamente las relaciones de ambos países?

Para nada. Creo que todos comprenden la realidad de la política latinoamericana. Es importante tener buenas relaciones con tus vecinos, lo que ocasionalmente implica hacer ruidos de apoyo para ellos. No digo que estos sean honestos o no, pero si están en una comunidad obviamente se deben comportarse dentro de esa comunidad. Lo que no detecto es nada diseñado para parar el desarrollo de las relaciones entre las Falklands y Uruguay. Es la política e incluso el sentimiento nacional o latinoamericano lo que demanda que tengan que hacer comunicados sobre colonialismo y cosas por el estilo. Mucho de ello está basado en premisas completamente falsas, pero deben vivir en el territorio, por lo que es entendible, es política real.

Lo que estaría mal es que un país tome acciones concretas para dañar a las Falkland Islands Y eso creo que no sucede con Uruguay, Chile, y Brasil. No han tomado parte de un bloqueo económico contra las Islas, que es esencialmente lo que la presidenta de Argentina intentaba lograr. Y su presidente ha sido muy claro en que no quiere formar parte de algo que bloquee a las Islas. Supongo que los cálculos por los que todo gobierno de Latinoamérica pasa en estos momentos son los que dicen: “Por supuesto que apoyamos a Argentina en su reclamo sobre las Islas, por supuesto que los británicos están extrayendo ilegalmente los químicos argentinos, pero hay un negocio multimillonario en las costas al que podríamos contribuir y beneficiarnos. Entonces, ¿qué es lo que pensamos de eso?”. Y eso será un desafío, y supongo que países como el suyo se dan cuenta de que no pueden como gobierno apoyarlo pero tampoco quieren interferir con la industria privada

Argentina dice que Gran Bretaña se niega a negociar o hablar sobre las Islas...

Argentina no reconoce el derecho de las Islas Falkland a existir, básicamente, o a tener su propia estrategia. Argentina dice que no dialogará. Gran Bretaña dice: “queremos dialogar, pero eso debe incluir a los representantes de las Islas”, y Argentina dice que no. Hay un famoso episodio en febrero en el que (el canciller) Héctor Timerman tenía un encuentro con nuestro ministro de Relaciones Exteriores. Nosotros pensamos que sería genial y que podríamos llevar a dos representantes de las Falklands para que estén cuando se hable de su tierra. Pero hubo una silla vacía, Timerman no fue. Entonces, tienes a un país que dice “sólo queremos hablar pero Gran Bretaña se niega”, pero sin embargo hay una silla vacía. Hola, ¿dónde están? Lo que no queremos obviamente es hablar de soberanía. No tenemos dudas de la soberanía de las Islas. Y el referéndum reciente (un 99.8 % de los isleños votó por permanecer bajo dominio británico) lo demuestra. Pero hay un montón de otras cosas para discutir, desde los transportes a la pesca o protección medioambiental. Argentina está intentando que los barcos no lleguen a las Islas, o paguen una gran suma de dinero o que declaren que las islas son efectivamente argentinas. Hay tantas leyes internacionales que prohíben eso.

Mencionó la palabra bloqueo. ¿Ese es el término que usaría para definir lo que hace Argentina?

No. Lo que decía es que nuestra preocupación era asegurarnos de que no habría un bloqueo. Argentina intenta hacer la vida lo más difícil posible, pero uno obtiene diferentes respuestas respecto a si la gente cree que hay un bloqueo, y es claro que hay una tensión subyacente. Desde nuestro punto de vista es más bien un fastidio e irritación, y no una aproximación a lo que creemos que se esperaría de un país miembro del G20 sobre el relacionamiento con una nación con una población de 3.000 personas. Pero no es un bloqueo, encontramos caminos alrededor del mismo. Creo que a Argentina le encantaría pensar que pende sobe nuestros pensamientos todo el tiempo, pero hay toda una vida con la que seguir por aquí.

¿Qué responde a la acusación de que su presencia aquí es una muestra de colonialismo británico o la existencia de la base Mount Pleasant de militarización del lugar?

Desde el minuto en que Argentina intenta respaldar esas acusaciones con hechos, uno los analiza y todo se desmorona. Es por eso que lo que hacen es esencialmente político. ¿Por qué es que Argentina va a todos los países de Latinoamérica y dice “esto es asunto latinoamericano y esto es sobre la liberación”? Porque nada lo respalda. Si creyeran que tienen un caso claro hubieran acudido en un segundo a una corte internacional de justicia. Y todos los países de la región deberían responder: ok, te escuchamos, ¿cuál es tu evidencia? Timerman dijo en la ONU que hay un radar secreto que monitorea todas las actividades latinoamericanas como parte de un sofisticado mecanismo de defensa. ¡Es un radar de la Universidad de Leicester que realiza una investigación sobre la ionósfera! ¿De qué se trata todo esto? Nuestra postura es que los reclamos no son ciertos y que Argentina evita un dato fundamental, y es que hay una población de personas reales, que son Falkland Islanders que tienen el derecho a la auto-determinación, según indica la Carta de las Naciones Unidas.

Nosotros respondimos a la ONU demostrando que los reclamos de Argentina del punto 1 al 17 no tienen sentido. La misma Argentina firmó un tratado en los '50 que acordaba que no habría disputa por este tema. Y es que hasta los '50 no era Argentina el problema, sino un grupo de personas que eran argentinos pero no representaban al país, así como en el '82 no era Argentina sino la Junta Militar. Lo mismo con el colonialismo. ¿No se trataba eso de la erradicación de la gente originaria? Podemos demostrar que históricamente no tienen razón, políticamente no tienen razón, en su reclamo a la ONU no tienen razón. Pero lo más importante es que hay una población originada aquí que tiene derechos amparados por la Carta de las Naciones Unidas y que demostró lo que quería en un referéndum. Es lo que importa, pero Timerman dice: “No se trata de la gente, se trata de las rocas, es nuestro territorio”. Lo siento, pero eso es pensamiento de Siglo XIX. No se puede hablar así con seriedad en el Siglo XXI , después de tantas luchas por el principio de auto determinación de los pueblos. No se puede pensar “esas rocas parecen bonitas, nos las vamos a quedar”. Están a casi 500 kilómetros de la costa argentina, ni siquiera están en aguas territoriales del país. Bajo esa premisa nosotros tendríamos que decirle a Irlanda, “son nuestras al fin y al cabo”. Enfóquense en la gente. Y no somos ya un imperio victoriano, hemos aprendido las lecciones. Somos una potencia europea global moderna con enlaces muy fuertes con un número de comunidades.

¿Pero por qué el Reino Unido no le prestaba atención a las Islas antes del conflicto, porqué parecía que las islas iban a ser entregadas a Argentina?

Si uno presta atención al Shackleton Report (un reporte de las Islas para el gobierno británico hecho en 1976) antes de los '80 uno ve un territorio en declive, pero el análisis de lo que lo causó y las recomendaciones para hacer algo al respecto fueron interrumpidas por la invasión. Era una época muy diferente, las cosas eran distintas. El reporte y el conflicto posterior dieron pie a una rehabilitación y reconstrucción de las Islas, además de marcar el camino de lo que debía hacerse. En los 70 este era un territorio remoto casi sin comunicación, porque tampoco nadie las tenía en esa época.

Los integrantes de la Cámara de Comercio de las Islas afirman que desearían que Uruguay no fuera tan vulnerable frente a Argentina. ¿Cree lo mismo?

Uruguay está en una situación difícil porque está en un barrio en el que Dios lo puso y no puede hacer mucho al respecto. Tienen los vecinos que tienen y deben vivir con ellos. No podría decir a Uruguay cómo manejar su relación con sus vecinos. Mi observación es que claramente no es fácil, no debe ser un mundo fácil en que vivir. El mundo es un lugar muy complejo y lo único que queremos es que no se tomen acciones que sean dañosas para las Islas y no interferir con las relaciones comerciales o políticas.

Tenemos algo que agradecer a los presidentes argentinos y su campaña, y es que gracias a ellos somos más conocidos y eso ha hecho nuestra vida mejor. Tenemos mucha publicidad que no hubiéramos tenido y que obliga a replantearse muchas cosas. Es como Uruguay, supongo que pensará “¿por qué querríamos interferir con un país como las Falkland sólo porque otro país lo quiere?”. Nosotros tuvimos un consulado uruguayo por años. Nada ha cambiado excepto la intención de Argentina y los reclamos de lo que ellos creen sus derechos, pero la realidad no ha cambiado.

¿Es Cristina Fernández la presidenta más difícil para las Islas en los últimos 30 años?

Si ha sido difícil, sí, y en muchos modos. Pero creo que lo que ella ha sido es muy útil para hacernos más fuertes. Cada acción implica un desafío y replantearse lo que uno hará, y eso nos ha vuelto más resistentes..

(*) ..... es uno de varios periodistas latinoamericanos que han sido invitados a conocer la realidad de las Falkland Islands.