La ciudad mexicana de Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo, aún intenta reponerse de la explosión ocurrida la noche del viernes pasado en una toma clandestina de gasolina de la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex), que acabó con la vida de al menos 98 personas. El problema crece porque, más allá del luto que envuelve a la comunidad, han surgido inconvenientes de carácter logístico e, incluso, sanitario. Uno de ellos tiene que ver con el entierro de las víctimas.
La cifra de muertos en la explosión durante el robo de gasolina en un oleoducto en Tlahuelilpan, en el estado mexicano de Hidalgo, aumentó en las últimas horas de 67 a 73 personas, tras el hallazgo de nuevos cadáveres y la muerte de heridos. “Al corte de hoy, sábado 19 de enero a las 17:00 horas, el conteo es ya de 73 personas fallecidas”, informó en rueda de prensa el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, desde Palacio Nacional.