Las autoridades brasileñas encontraron este lunes más presos muertos en tres cárceles diferentes de Manaus, capital del estado de Amazonas, en el norte del país, tras la masacre registrada el pasado domingo en otra prisión de la ciudad y que dejó 15 fallecidos.
El motín en una penitenciaría en la ciudad brasileña de Aracaju, finalizó el domingo con la liberación de los cuatro guardias mantenidos como rehenes. También se les permitió salir a los casi 130 familiares que habían ido a visitar a sus familiares el sábado.
El presidente del Supremo Tribunal Federal brasileño, Joaquim Barbosa, advirtió que las cárceles del país son un “horror”, como quedó evidenciado en las decapitaciones perpetradas en los presidios del estado nordestino de Maranhao.
La crisis política desatada en Brasil por los 62 asesinatos en prisiones de Maranhao y la demora de una intervención gubernamental generan pronósticos sobre una matanza como la ocurrida en Carandirú en 1992. La situación se presenta explosiva en otros estados inclusive del sur donde se consideran más civilizados, tal el caso de Rio Grande do Sul.