
España se ha convertido en el cuarto país europeo donde un paciente terminal puede solicitar una suicidio asistido o la eutanasia para poner fin a sus penurias.

Perú autorizó por primera vez respetar la decisión de una psicóloga de poner fin a su vida cuando lo crea conveniente y ordenó a las autoridades médicas elaborar un protocolo para el cumplimiento de su deseo.