España se ha convertido en el cuarto país europeo donde un paciente terminal puede solicitar una suicidio asistido o la eutanasia para poner fin a sus penurias.
Bajo la nueva ley vigente desde la semana pasada, las dos opciones están disponibles: Eutanasia, cuando un médico pone fin a la vida del paciente; y suicidio médicamente asistido, en el que los pacientes toman las drogas letales con sus propias manos.
Por nuevas que puedan parecer estas cosas, los escritos del doctor Sigmund Freud de finales del siglo XIX y principios del XX describirían una dosis fatal de morfina siempre que no hubiera más esperanzas como práctica común entre los médicos austríacos de la época. Aunque no fuera legal.
La nueva ley española “responde a la demanda social existente en este tema” y cuenta con “garantías” para limitar el recurso a la eutanasia, dijo el Ministerio de Salud español en un comunicado.
El texto legal establece que cualquier persona que padezca una enfermedad grave e incurable, o que padezca un dolor crónico incapacitante, puede buscar ayuda médica para morir y así evitar un sufrimiento intolerable.
La persona que solicita el trámite debe estar capacitada y consciente al momento de realizar la solicitud, la cual debe ser formulada por escrito y sin presiones externas y renovada quince días después.
El médico tratante puede rechazar la solicitud si no se cumplen los criterios médicos o plantear una objeción de conciencia. La solicitud también debe ser aprobada por un segundo galeno y luego enviada a una comisión de evaluación.
España se ha convertido en el cuarto país europeo en despenalizar la eutanasia, después de Holanda, Bélgica y Luxemburgo, pero el derechista Partido Popular ha presentado un recurso de apelación ante el Tribunal Constitucional.
La ley que autoriza la eutanasia en España entró en vigor el pasado viernes, convirtiendo al país en uno de los pocos del mundo que permite morir a un paciente que padece una enfermedad incurable para acabar con su padecimiento.
Fuera de Europa, la eutanasia es legal en Canadá, Nueva Zelanda y Colombia.
“El (Tribunal) Constitucional tiene ahora en sus manos la obligación de garantizar el derecho a la vida y el Gobierno de desarrollar una ley de cuidados paliativos que proteja la vida, y que no nos lleve a una pendiente resbaladiza como ya se ha visto en Holanda”, dijo Rosana Ribera de Gracia, portavoz de la ONG Derecho a Vivir.
En 2019, las Comisiones Regionales de Verificación (CRV) de los Países Bajos recibieron 6.361 notificaciones de eutanasia. Esto es el 4,2% del total de personas que fallecieron ese año, lo que representa un incremento del 3,8% respecto a 2018, según la Oficina Central de Estadística del país europeo.
“No hay ni un solo dato que indique que hay una pendiente resbaladiza en Holanda, es decir, que la vida de nadie corre peligro. No ha habido un solo homicidio, porque los médicos no se convierten en verdugos como dicen los fundamentalistas”, según Fernando Marín, de la ONG opositora Derecho a Morir Con Dignidad.
La semana pasada, Françoise Hardy, de 77 años, una icónica cantante francesa de la década de 1960 y principios de la de 1970, expresó su deseo de recibir la eutanasia debido a un cáncer de garganta que le causa graves dolores además de haberla dejado sorda de un oído.
“No se trata de que los médicos estén de acuerdo con todas las solicitudes. Se trata de reducir el sufrimiento innecesario de una enfermedad incurable desde el momento en que se vuelve insoportable ”, dijo Hardy.
Irónicamente, uno de sus grandes éxitos se llamó Comment te dire adieu (Cómo decirte adiós).
Hardy afirmó que “dada mi [poca] notoriedad, nadie querrá arriesgarse a ser retirado de la práctica de la medicina”, dijo la intérprete, que también admitió haber ayudado a su madre a morir con dignidad: “Mi madre sufría de la enfermedad de Charcot (un grupo de trastornos hereditarios que afectan los nervios periféricos) y tuve la suerte de encontrar un médico que la sacrificó con mi ayuda cuando ya no podía seguir adelante con esta enfermedad incurable”, explicó.