La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, declaró el estado de emergencia local e impuso un toque de queda nocturno de 8 pm a 6 am en un área de una milla cuadrada del centro de Los Ángeles, a partir de este martes, para frenar el vandalismo y los saqueos en medio de las protestas contra las redadas antiinmigratorias del presidente Donald Trump.
He declarado el estado de emergencia local y decretado un toque de queda en el centro de Los Ángeles para detener el vandalismo y los saqueos, anunció Bass.
Los disturbios, provocados por las acciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), derivaron en violencia, con 114 arrestos por saqueos y vandalismo en 23 negocios, incluyendo una tienda Apple y una farmacia. El toque de queda, que se prevé que dure varios días, exime a residentes, trabajadores, personas sin hogar, periodistas acreditados y funcionarios de seguridad pública.
Líderes demócratas de California, incluido el gobernador Gavin Newsom, criticaron el despliegue de 700 infantes de marina y tropas de la Guardia Nacional para asistir a los agentes federales de inmigración, argumentando que aumentó la tensión.
Newsom solicitó una orden judicial para restringir su función a la protección de la propiedad federal, pero un juez federal denegó un fallo inmediato y programó una audiencia para el jueves.
Bass atribuyó los disturbios a las redadas de ICE, enfatizando el miedo entre las comunidades inmigrantes y condenando la violencia como poco representativa de los defensores de los derechos de los inmigrantes. Señaló que la ciudad estaba en paz antes de las redadas y que planea abordar la limpieza con los líderes locales antes de la Copa Mundial de la FIFA 2026.
El presidente Trump, dirigiéndose a las tropas en Fort Bragg, calificó a Los Ángeles de basurero y prometió liberarla, mientras se investiga la muerte de un hombre en la zona de protesta.
Además de Los Ángeles, miles de personas se manifestaron en Chicago, coreando consignas contra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y Trump. En Nueva York, los manifestantes se congregaron en el Bajo Manhattan, cerca de las oficinas federales de inmigración y del principal tribunal de inmigración de la ciudad.