Los venezolanos acuden hoy a las urnas en unas elecciones presidenciales muy esperadas que podrían poner fin a un cuarto de siglo de chavismo. La nación se enfrenta a una decisión crucial entre mantener el actual gobierno del presidente Nicolás Maduro u optar por el cambio liderado por el candidato opositor Edmundo González, apoyado por la dirigente política María Corina Machado.
Estas son las sextas elecciones presidenciales desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1998, y el país se encuentra en una encrucijada histórica. En el interior del opulento Palacio de Miraflores, sede presidencial adornada con retratos y bustos de Simón Bolívar y Chávez, se respira un ambiente de incredulidad. Dentro del gobernante PSUV, los dirigentes han declarado a los medios de comunicación que no hubo un análisis de riesgos adecuado antes de las elecciones. A pesar de su confianza hace unos meses, el presidente Maduro y sus asesores se enfrentan ahora a un desafío inesperadamente formidable.
La oposición, anteriormente plagada de luchas internas y derrotas, se ha unido en torno a Edmundo González después de que Machado, que ganó las primarias organizadas por la oposición en 2023 por una aplastante mayoría, fuera inhabilitada en enero. González, un diplomático de 74 años al que le gusta leer clásicos en su apartamento de Caracas, se mostró inicialmente reacio a entrar en la contienda política, pero Machado le convenció. Juntos han recorrido el país y han conseguido un apoyo significativo. Maduro, por su parte, ha hecho una campaña enérgica, rodeado del núcleo del chavismo, subrayando que su liderazgo es crucial para mantener la estabilidad económica y la paz.
Hay mucho en juego. Las encuestas sugieren que la oposición tiene una ventaja significativa, aunque algunos analistas advierten contra el exceso de confianza debido a posibles sesgos en los datos. Las encuestas internas del PSUV dan a Maduro una ventaja de ocho puntos. Sin embargo, el ambiente es tenso, y la posibilidad de una derrota se discute más abiertamente que nunca en los círculos chavistas.
El control del chavismo sobre las instituciones nacionales, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE), sigue siendo un tema polémico. El CNE, dirigido por Elvis Amoroso, ha mostrado favoritismo hacia Maduro, suscitando preocupaciones sobre la imparcialidad de las elecciones. Sin embargo, el sistema de votación automatizado, diseñado para evitar el fraude, ha proporcionado cierta garantía de un recuento justo, aunque la abrumadora presencia de Maduro en los medios de comunicación y la movilización estratégica de los empleados públicos -amenazados por los activistas de que perderían sus puestos de trabajo si Maduro ganaba- han complicado el panorama electoral.
Mientras los venezolanos depositan su voto en más de 15.700 colegios electorales, hay una notable presencia policial además de la habitual seguridad militar, una medida inusual que refleja la narrativa del gobierno sobre posibles disturbios liderados por la oposición.
Se han movilizado 380.000 efectivos militares y policiales, aparentemente para mantener el orden público. A pesar de esta fuerte presencia de seguridad, los incidentes han sido mínimos hasta ahora. Delsa Solórzano, líder de la coalición opositora, destacó la ausencia de los «colectivos», grupos armados leales al chavismo que han acosado a la oposición y a los estudiantes durante la última década.
El resultado de estas elecciones es crucial. Si Maduro consigue otro mandato, se enfrenta al reto de lograr el reconocimiento internacional y el levantamiento de las sanciones económicas. Se ha negado a firmar una disposición para alcanzar un acuerdo político con la oposición, una medida apoyada por aliados regionales como Gustavo Petro, Lula da Silva y Gabriel Boric. Estos líderes han instado a Maduro a comprometerse con procesos democráticos para aumentar su legitimidad.
En caso de victoria opositora, Venezuela entraría en territorio desconocido. González y Machado apuestan por una transición pacífica y han propuesto una amnistía para los líderes chavistas que garantice un relevo sin sobresaltos. La oposición prevé un período de transición cooperativa hasta el 10 de enero, con González asumiendo la autoridad en un panorama político predominantemente chavista.
Mientras los venezolanos votan, el futuro de la nación pende de un hilo. Las elecciones de hoy podrían redefinir no sólo la trayectoria política de Venezuela y su posición en la escena mundial, sino también la estabilidad y la prosperidad democrática de la región.