El déficit fiscal en Uruguay ha alcanzado niveles comparables a los del final de la anterior administración del izquierdista Frente Amplio, lo que supone un importante desafío para el actual gobierno a pocos meses de las próximas elecciones. Los últimos datos, ajustados por factores extraordinarios como la pandemia, indican que el déficit fiscal consolidado se sitúa en el 4,4% del PIB, reflejando las cifras de 2019.
Evolución del déficit fiscal y esfuerzos del Gobierno
La reducción del déficit fiscal fue una promesa central en la campaña electoral 2019 de Luis Lacalle Pou y una prioridad para la actual administración. Sin embargo, el resultado fiscal, excluyendo efectos temporales como la pandemia, indica una lucha continua por mejorar la salud financiera del país. El Ministerio de Economía y Finanzas había descrito previamente la situación en 2019 como preocupante, con luces rojas que indicaban dificultades fiscales.
El déficit fiscal ha experimentado tres fases distintas durante la actual administración. En la primera fase, marcada por la pandemia de COVID-19 en 2020, el déficit alcanzó un máximo del 5,8% del PIB debido al aumento de los gastos relacionados con la salud. Si se excluyen estos gastos, el déficit se mantuvo cercano al 4,5% del PIB.
La segunda fase, que abarcó 2021 y los primeros nueve meses de 2022, supuso un importante ajuste fiscal, reduciendo el déficit a su punto más bajo del 1,9% del PIB en septiembre de 2022. Este ajuste consistió principalmente en recortes de salarios, pensiones, transferencias e inversiones, lo que suscitó inquietud acerca de la sostenibilidad de estas medidas una vez iniciada la recuperación económica.
La tercera fase, iniciada a finales de 2022, se ha caracterizado por un aumento del gasto. De septiembre de 2022 a mayo de 2024, se produjo un deterioro fiscal equivalente al 2,5% del PIB. Este aumento del gasto incluyó mayores salarios y pensiones, así como un aumento sustancial del gasto discrecional, como las inversiones.
Situación fiscal actual
A mayo de 2024, el déficit fiscal global era de 4,4% del PBI, superando levemente los niveles registrados al final de la gestión anterior, en diciembre de 2019. El Ministerio de Economía y Finanzas atribuye este deterioro a una sorpresa inflacionaria, en la que un descenso de la inflación más rápido de lo esperado provocó menores ingresos fiscales y una reducción menos efectiva del gasto.
El Ministerio de Economía, dirigido por Azucena Arbeleche, ha explicado que la inesperada caída de la inflación, que cerró 2023 en el 5,1%, impactó en los ingresos fiscales, especialmente en la recaudación del IVA. Por el lado de los gastos, la menor inflación se tradujo en una menor reducción en términos reales de ciertos gastos como salarios y pensiones, que crecieron significativamente en términos nominales en 2023. Sin embargo, esta explicación no explica totalmente el fuerte aumento de los gastos de inversión y no relacionados con el personal.
El Consejo Fiscal Consultivo (CAF) ha lanzado advertencias sobre el resultado fiscal estructural, uno de los tres pilares de la regla fiscal. El informe del CAF destaca una desviación en el resultado fiscal estructural previsto, lo que indica que la posición fiscal no se ajusta a una trayectoria de deuda sostenible. El informe señala que la posición fiscal estructural en 2024 estaría lejos de una situación de holgura y coherencia con un resultado primario estructural que garantice una trayectoria de deuda sostenible a medio plazo.