El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, fue beneficiado este lunes con el otorgamiento de una nueva oportunidad de recurrir una sentencia anterior que ordenaba su extradición a Estados Unidos para ser juzgado por espionaje. Podrían pasar meses antes de que sea tratada la apelación concedida por el Tribunal Superior de Londres.
Assange se encuentra bajo custodia británica desde abril de 2019, tras ser expulsado de la embajada de Ecuador, donde había pedido asilo durante siete años. Sus partidarios temen que, en caso de ser extraditado, pueda pasar el resto de su vida en una celda de aislamiento de un centro de máxima seguridad, ya que enfrenta una posible pena de hasta 175 años de cárcel en virtud de la Ley de Espionaje estadounidense por haber filtrado 250.000 documentos militares y diplomáticos clasificados que revelaban crímenes de guerra y abusos en las guerras de Afganistán e Irak.
En marzo, el Tribunal Supremo dictaminó que el argumento de que el sistema penitenciario estadounidense podía vulnerar los derechos del ciudadano australiano de 52 años tenía fundamento. Washington, en respuesta, habría ofrecido garantías adicionales de tratar a Assange con justicia. En esta ocasión, el equipo de defensa de Assange argumentó que si se le sometía a aislamiento perdería el contacto con su pupilo, ya que la Ley de Espionaje impide a los acusados un asesoramiento adecuado alegando razones de bien público. Los abogados también argumentaron que Assange podría ser discriminado por ser extranjero. La defensa siempre ha mantenido que su cliente no había cometido nada inusual además de realizar prácticas periodísticas habituales para obtener y publicar información clasificada y que, por tanto, su procesamiento era una represalia por motivos políticos.
La sentencia del lunes se produjo tras las súplicas del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que el domingo dijo que debía detenerse la extradición de Assange y añadió que el investigador debía ser puesto en libertad y condecorado por sus servicios a la libertad de expresión tras revelar secretos de los poderosos.
Dos magistrados londinenses consideraron que las garantías dadas por los fiscales estadounidenses de que Assange podría solicitar las protecciones previstas en la Primera Enmienda eran flagrantemente inadecuadas, pero aceptaron no obstante una reclamación separada de que no se pediría la pena de muerte.
Assange no asistió a la sesión del lunes alegando problemas de salud y permaneció en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en las afueras de Londres, donde ha estado recluido durante los últimos cinco años.