Hace ya varias semanas que el Organización Mundial de la Salud, OMS, había alertado sobre que los endulzantes no son efectivos para controlar el peso a largo plazo y que incluso su uso prolongado podría provocar daños en la salud.
Específicamente advirtió que el uso de estas sustancias aumenta del riesgo de diabetes de tipo 2, de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad.
Pero se suma otro ingrediente: el cáncer. La OMS declarará al aspartamo como potencial cancerígeno, sí. El mismo endulzante que usan las bebidas light.
La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), un órgano de la OMS que se encarga de evaluar el potencial cancerígeno de las sustancias, está estudiando si este edulcorante puede aumentar el riesgo de cáncer en la población y, según ha avanzado en los próximos días declararán esta sustancia como “posible carcinógeno”.
Los dictámenes del CIIC pueden tener enormes repercusiones. En 2015, su comité concluyó que el glifosato es “probablemente cancerígeno”. Años después, incluso cuando otros organismos como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) lo impugnaron, las empresas seguían sintiendo los efectos de la decisión.
Las decisiones del CIIC también han sido criticadas por generar alarmas innecesarias sobre sustancias o situaciones difíciles de evitar. Anteriormente había clasificado el trabajo nocturno y el consumo de carne roja como “probablemente cancerígenos”, y el uso de teléfonos móviles como “posiblemente cancerígenos”, al igual que el aspartamo.
El aspartamo es un edulcorante intenso, de bajo contenido en calorías, y que viene en forma de polvo blanco e inodoro, aproximadamente 200 veces más dulce que azúcar. Fue descubierto en 1965 por el químico estadounidense James Schlatter.