Durante las distintas posiciones presentadas en las Islas Falkland a propósito del desarrollo de la industria petrolera y de gas, y su impacto sobre el medio ambiente, surgió la mención del Tratado sobre la Carta de Energía, elemento que ha permitido a una de las petroleras menores en las Islas, Rockhopper Exploration, pero exitosa pues fue la que descubrió el proyecto de Sea Lion, posicionarse en asociación con empresas mayores para desarrollar el tan esperado recurso.
El Tratado sobre la Carta de Energía en efecto también ha sido motivo de preocupación para petroleras europeas, y habilita a empresas a demandar a los estados, si estos implementan medidas que pueden recortar sus beneficios, planteándose como un verdadero desafío, sobre todo cuando los gobiernos intentan reducir las emisiones de combustibles fósiles.
El plan originalmente se elaboró para proteger las ganancias de empresas de energía europeas debido al desbande en que cayó la Unión Soviética a principios de la década del noventa, pero igualmente con el tiempo ha permitido la presentación de demandas en todo un abanico de causas, a partir de varios casos y fallos que marcaron jurisprudencia.
En efecto, recientemente el gobierno de Italia fue demandado por £210 millones por la Rockhopper Exploration, la empresa británica, con intereses en las Falklands luego que, en 2015, el gobierno de Italia vedara la exploración y producción petrolera dentro del límite de las 12 millas de la costa italiana.
La disponibilidad de esos recursos supuestamente le permitieron a Rockhopper Exploartion llegar a una asociación con la israelí Navitas Petroleum, empresa de media tabla pero con una larga trayectoria en los negocios de hidrocarburos.
Según publica el semanario Penguin News y tras consultar con el gobierno de las Islas, el Tratado de la Carta de Energía de 1994 no se aplica a las Islas Falkland, como tampoco a cualquier Territorio Británico de Ultramar, y ha sido extendido tan solo para las Dependencias de la Corona, de Guernesey, Isla de Man y de Jersey.