Los partidarios de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y la Policía Metropolitana de Buenos Aires se enfrentaron en el barrio porteño de Recoleta a última hora del sábado, en un episodio cargado de violencia y con consecuencias políticas para el futuro de Argentina.
La Policía de Buenos Aires, que depende del alcalde Horacio Rodríguez Larreta, de la opositora Juntos por el Cambio (JxC) del ex presidente Mauricio Macri, disparó gases lacrimógenos y utilizó cañones de agua contra la multitud reunida a las puertas del apartamento de CFK para expresarle su apoyo después de que los fiscales pidieran que fuera condenada a 12 años de cárcel por su presunta implicación en un caso de corrupción durante sus presidencias consecutivas (2008-2015).
CFK, de 69 años, fue acusada junto a otros doce imputados por los delitos de asociación ilícita agravada y administración fraudulenta en la licitación de obras públicas.
No se informó de cuántas personas fueron detenidas tras los incidentes.
Los enfrentamientos comenzaron cuando los partidarios de CFK derribaron las vallas colocadas por la policía. Las vallas puestas por el señor Larreta son algo más que impedir la libre circulación. Son algo más que asediar a la Vicepresidenta de la Nación, dijo CFK en redes sociales.
Esas vallas fueron desplegadas por la oposición para prohibir las manifestaciones de amor y apoyo, absolutamente pacíficas y alegres, que se producen frente a la ya innegable persecución del partido judicial, continuó.
Muchos funcionarios, como el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicilof, y el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi, criticaron el uso de las vallas e insistieron en que no habría ocurrido nada si no hubiera sido provocado por la policía.
El presidente Alberto Fernández ya fue cuestionado por su apoyo incondicional a CFK en medio de supuestas amenazas veladas al fiscal Diego Luciani, a quien comparó con el fallecido Alberto Nisman, quien fue encontrado con un balazo en la cabeza en su apartamento horas antes de informar al Congreso acerca de una causa contra CFK.
Un reportero de la televisión local dijo a la cadena uruguaya Telenoche que hay una violencia política que no se veía desde hace décadas.
Estamos muy acostumbrados a resistir en paz. Tampoco vamos a dejar que se salgan con la suya y sitien el lugar donde vive el vicepresidente, dijo la portavoz presidencial Gabriela Cerruti, que estaba entre los manifestantes.
En otras partes del país, como Tucumán, Córdoba y Rosario, miles de personas se reunieron y se manifestaron pacíficamente.
Tras estos incidentes, quedó claro para muchos analistas, que CFK se ha reposicionado como figura destacada de la política argentina y es muy probable que compita por regresar a la Casada Rosada el próximo año tras haber retomado el control del peronismo.
En este sentido, Luciani, que la quiere encarcelar, se ha convertido en su mentor, ya que tras su pedido de prisión todos los dirigentes peronistas se han puesto del lado de CFK y le han expresado su apoyo, convirtiendo la gestión económica del superministro Sergio Massa en un enigma, ya que todo lo que hace, desde negociar con el Fondo Monetario Internacional, reunirse con funcionarios de la Casa Blanca, y bajar los gastos del gobierno al mínimo es bastante poco peronista.
Si bien la reactivación económica no llegó a la mayoría de los argentinos, la reactivación emocional se ha encendido tras los ajustes presupuestarios de un gobierno que había prometido que no los habría y el nombramiento de economistas ortodoxos con oscuros antecedentes en puestos clave, lo que anuncia magros platos de comida para la clase trabajadora.
Así, CFK ha dejado que Massa y Fernández carguen con los costos políticos, mientras se ofrece como alternativa para 2023, a menos que sea condenada e inhabilitada, lo que desataría una crisis de imprevisibles consecuencias.