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El pueblo de Falklands existe, y una abusadora Argentina no quiere que C24 vea la pujanza de las Islas, MLA Roberts

Viernes, 24 de junio de 2022 - 10:23 UTC
En casi dos cientos años de un asentamiento pacífico, legítimo, los Isleños construyeron una verdad inconveniente para Argentina En casi dos cientos años de un asentamiento pacífico, legítimo, los Isleños construyeron una verdad inconveniente para Argentina

Mi nombre es Leona Roberts y estoy orgullosa de ser uno de los ocho representantes electos del gobierno de las Islas Falkland. Estoy aquí, hoy para hablar en nombre de nuestro pueblo y para defender a nuestro pequeño país, democrático y amante de la libertad, contra las ambiciones coloniales de nuestro agresivo vecino

No he de extenderme en fechas o tratados, estamos confiados en el derecho legal y moral de nuestro hogar. Me he de centrar en simples verdades, mediante una nueva invitación a la Comisión para que envíe a las Falklands una misión con el propósito de investigar hechos.

La C24 tiene el deber de entender a los territorios y pueblos que considera. Que el gobierno argentino se oponga con tanta vehemencia a una tal misión, habla toneladas: Argentina teme que visitando nuestras Islas verán la verdad de los hechos.

Sra. Secretaria, somos un pueblo moderno con un claro distintivo nacional y cultural, orgullosos de nuestro acervo y del país que hemos construido.

Nuestra población es menor a 3,500 y está compuesta de más de sesenta nacionalidades, tanto diversas como inclusivas. Algunas familias, tal cual la mía, pueden rastrear nueve generaciones en nuestras Islas, Otras vinieron a las Falklands más recientemente y desde de todo el mundo, países que van desde Argentina a Zimbabue, muchas de esas familias han conseguido la ciudadanía y hoy son orgullosos miembros de las Islas Falkland. Se trata de un crecimiento natural, y muy lejos del concepto de “población implantada” que Argentina gusta proclamar.

Argentina no quiere ver a nuestro país auto gobernando, pujante y auto suficiente. Votamos con una claridad meridiana en nuestro referendo a continuar nuestra asociación con el Reino Unido, pero, tenemos nuestra propia constitución, aprobamos nuestras propias leyes, administramos nuestra propia democracia, somos financieramente independientes y ferozmente protectores de nuestro auto gobierno.

Ellos temen que Uds. verán como ellos que son un vecino más de doce mil veces nuestro tamaño, activamente intenta restringir nuestro crecimiento social y económico; distorsionando el comercio, las comunicaciones y nuestras relaciones internacionales. Buscan sancionar ilegalmente a organizaciones que hacen negocios o comercian con nosotros, han amenazado arrestar a aquellas naves crucero que nos visitan y hasta han hostigado a nuestros equipos de deportes en competencias de ultramar.

El gobierno argentino se ha retirado de acuerdos para proteger la sustentabilidad a largo plazo de nuestros, ambos caladeros, una tarea que entendemos como regional y globalmente vital.

Desde los años cuarenta Argentina ha construido una mitología en torno a las Falklands, argumentando que una población fue expulsada a la fuerza en 1833. Los hechos demuestran que una pequeña guarnición fue removida cuando los británicos reafirmaron su legítima soberanía, y todos a no ser cuatro del grupo de nacionalidades mixtas eligieron permanecer y felizmente aceptaron la estabilidad provista por la administración británica.

En años anteriores un delegado argentino habló aquí, en esta sala, del piano de sus antepasados y cómo plantaban tulipanes en las Islas.

Bueno, mi padre era chileno, pero la familia de mi madre llegó a las Islas hace 180 años. James y Margaret Biggs eran genuinos y humildes pioneros. No podían ni soñar con esos lujos, como los pianos, al principio vivían en carpas y chozas de turba. Y no había tiempo para los tulipanes, no, mis antepasados plantaron vegetales y criaron animales para mantener a sus hijos con vida.

La vida era muy dura pero estas familias pioneras prevalecieron y construyeron un país donde nada existía.

Casi dos cientos años de un asentamiento pacífico, legítimo, los Isleños construyeron una verdad inconveniente para Argentina. Desean que no existamos y en sus deseos de apropiarse de nuestro hogar, oficialmente nos niegan el derecho a la autodeterminación. Pero los Isleños, Falkland Islanders existimos, y no me quedaré quieta ante los intentos de cualquier potencia extranjera de quitarnos nuestro derecho a tener una voz, que tanto mi hijo como mi hija sean de alguna manera no merecedores de derechos humanos básicos.

Muchos países aquí en esta sala se ufanan de valorar la democracia y la libertad, de oponerse al colonialismo y de defender el derecho a la auto determinación. Es más, algunos hoy sugerirán que estos derechos deben ser retenidos del acceso a mi pueblo.

Del momento que una nación poderosa exige que los derechos humanos, principios tales como la auto determinación, deben ser tan solo aplicados selectivamente por razones de conveniencia política, todo aquel que valora la libertad, la dignidad humana y el estado de derecho debería sentir un frío correr por sus corazones.

Sra. Secretaria, viví los 74 días de la ocupación argentina. Tenía entonces apenas diez años pero recuerdo y muy bien, la violenta invasión de mi hogar, un accionar ilegal que costó casi mil vidas, destrozó muchas más y por lo cual la Argentina jamás ni siquiera se ha disculpado. Recuerdo a mi hermano adolescente y a mi madre siendo retenidos a punta de armas de fuego en tanto nuestra era revisada y en los últimos terribles días de la ocupación, recuerdo haberme resignado a aceptar que tanto mi familia como yo terminaríamos muertos.

Tenía miedo de Argentina en aquel entonces, Sra. Secretaria. No le tengo más miedo ahora y me rehúso a aceptarlo nuevamente. Puede que seamos un pueblos pequeño, pero somos resilientes y nunca nos entregaremos a la intimidación.

Por tanto, estas son las verdades que Argentina no desea que este Comité vea. Puede que resulte inconveniente pero los Falkland Islanders, Kelpers, existen y estamos muy orgullosos de ello. Nuestras ventosas Islas son nuestro único hogar y las protegeremos. Pero esto no se trata de tierras, se trata de pueblos, de gente, un pueblo del cual estoy convencidamente orgullosa, y tenemos que debemos ser protegidos también.

Nosotros los Isleños, Falkland Islanders, seamos de novena o primera generación, no debemos ser negados de nuestra voz. Nuestro derecho fundamental a determinar nuestro propio futuro debe ser respetado por todos aquellos que valoran la libertad y la democracia, y este Comité no debe, ya sea a través de su apoyo o silencio, condonar las amenazas y deseos coloniales de nuestro abusador vecino.

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